miércoles, 31 de julio de 2013

Que mala costumbre

Que mala costumbre la de pensar que cada mujer que se cruza en mi camino es la indicada. Que mala costumbre es salir para tratar de encontrarte en una de las ciudades más grandes del mundo. Que mala, y lo digo de verdad, que mala costumbre es esta que tengo, de revivir tu recuerdo cada tres días. Después de todo ya tengo experiencia con los resucitados; se esfuman entre nubes y cielos azules.

El harén de medianoche

Me encontraba soñando, no recuerdo el sueño; bueno trato de no hacerlo porque soñaba contigo. De repente sentí como la saliva se me escurría hacia los pulmones, trate de respirar, no pude, me ahogaba con mi saliva o era la tuya o eran los húmedos recuerdos de la noche. No lo sé. Pude despertar vivo. Me sentía como después de una noche de tragos, débil, somnoliento y con nauseas. Mi piel estaba pegada a las sabanas por el sudor de mi cuerpo. Los grillos acababan de fastidiarme con sus estruendosas patitas, estos animalitos solo lo hacen cuando tratan de aparearse. Es un llamado al amor. Me recuerdan a mí antes de dormir, yo también muevo mis patitas, ¿será porque sé que es de noche, y trato de llamarte a por lo menos hacer el amor entre sueños, lagañas y desvelos?
Entre tanto pensar en los grillos del jardín, me olvide de lo que quería hacer, ver la hora; era eso. Quite el ruido de mi cabeza, aun acostado, extendí la mano para buscar mi móvil, tiré algunas cosas del mueble, entre ellas un vaso de agua y una foto amarillenta por el tiempo; en donde aparecemos tú y yo. Tú ya casi no te ves, el tiempo se ha encargado de irte borrando, te has vuelto amarilla y desabrida, te has convertido al color del olvido ¿De qué color te estaré pensando ahora? La pantalla del celular brillaba mucho, al llevar el resplandor a mi cara sentí que los ojos se me quemaban, los cerré de inmediato, aventé el teléfono al piso. Me levante de la cama y prendí las luces de la alcoba. De regreso a la cama le puse un pisotón al móvil, detuve mis manos que sobaban mis ojos. La luz ya era un poco más soportable; las 0:00 decía el reloj del teléfono. Qué raro me resultaba esto, no había tiempo, al parecer se agotó, se fue o no quiso más contar los minutos de una vida detestable. Me puse a pensar en la hora, en lo que pasaba en estos momentos. Nada pasaba, no se escuchaban los grillos, ni las molestas voces del televisor, ni tu nombre en mi cabeza. Me gustaría vivir en las 0:00 por siempre, que bonito seria vivir sin tiempo.
Me mostraba tan eufórico por mi descubrimiento que me levante con el motivo de escribir aunque fuera mi nombre; todo era tan distinto a medianoche que pensé que mi nombre pudiera ser otro. A lo mejor, y a esta hora podía llamarme: Elías, Oscar, Soledad o Irene. Tenía el poder de ser quien quisiera, de llamarme como prefiriera, de no llamarme, de no ser, si lo quería. Decidí ser y llamarme para contarles esto. En el escritorio de mi cuarto había unas cuantas hojas blancas garabateadas, estaba escribiendo una novela. Una taza de café, muy frío ya, sujetaba las páginas para que no se volaran con un vientecillo entrometido, pero a esta hora sin tiempo no hay viento. Retire la taza de café que dejo una mancha oscura en una de las hojas. Le di un sorbo a mi bebida, un café frío nunca es bueno, es como hacer el amor con calcetines; no le veo el sentido. Deje la taza en el piso, saque punta a unos de mis lápices, no me gusta escribir con bolígrafo, me equivoco muy seguido, se torna irritante estar poniendo corrector a cada segundo, prefiero borrar, aunque debo confesar que las basurillas de la goma me molestan mucho, se me hacen insoportables y abstinentes. Por más que les soplo y las aviento a un lado siempre regresan, o se quedan entre el espiral de los cuaderno, casi, casi, como tu presencia, que se me ha quedado entre las costillas y los parpados.
Empecé a escribir un poco, unas cuantas frases, nunca acabaron de convencerme, las borré. Hice otro intento, ahora me decidí a escribir un pensamiento, también falle en eso. Por último quise escribir un poema, pero en eso sí que soy pésimo. Deje de intentar por un momento, como no había tiempo, digamos que por un suspiro y dos ausencias deje de escribir.
En mi cabeza trataba de visualizar algunas palabras que fueran dignas de este papelito manchado de café. Escribí la palabra harén, y tu nombre como unas cincuenta veces. Me retire del escritorio al ver que no podía escribir nada bueno, algo que valiera la pena. Al caminar hacia el interruptor, con el afán de apagar las luces, que se hallaba cerca de la puerta, un calor húmedo se formó en mi espalda. Mi cara escurría de sudor al poco tiempo, me di la vuelta. El escritor había desaparecido, en su lugar estaba un poso cuadrado del cual salía vapor, mucho vapor. Regrese la mirada al interruptor, que para mi sorpresa ya no existía, tampoco la puerta, en vez de ello había una cortina muy delgada pero detrás de ella solo podía apreciarse una oscuridad temeraria.
De golpe apareciste unas cincuenta veces. Estabas desnuda, vestida, mojando tu cabello con un perfume de azucenas, besándote contigo misma, bailando la danza de los siete velos, comiendo una manzana, sonando unos cascabeles con tus muecas, masturbándote, mirándote en un espejo. Te encontrabas en la noche buscando tu reflejo en la luna. Estabas en todos lados, haciendo todas las cosas. Estabas aquí, allá, por acá, encima de mí, a un costado y acostada también. Me puse a temblar, y no de nervios, ¡de miedo! Ya era bastante contigo, ahora, tener cincuenta como tú era gravísimo. Si tu solo recuerdo me ponía a morir y a renegar la vida ¿Qué sería de mí con cincuenta recuerdos tuyos en mi cabeza? No lo quiero ni imaginar.

lunes, 29 de julio de 2013

Poesía o Melancolía


Policía o soldado,
político o mendigo,
poesía o melancolía,
¿Tú o ella?,
¿Yo o tú?, yo a lo mejor. Aunque a todas horas 
en mis recuerdos, en mis olvidos, y 
en mis ausencias 
siempre seas tú.

Poesía o melancolía,
besos o disparos,
miradas o temblores,
todo eres tú:
Tú, poesía melancólica entre cafés.
Tú, besos que se sienten como disparos a sangre fría.
Tú, miradas que me producen temblores, desmayos y demás cursilerias. 
Tú, poesía, Yo poeta; Nosotros el poema que el poeta
jamás escribió. 



Para ser precisos

Me la paso imaginando,
para ser precisos: imaginando-te.
Porque desde que te fuiste no he parado de soñarte,
de escribirte por las noches, ahí tu recuerdo esta fresco,
más oscuro, más vivo, más mio.

Me la paso pensado,
para ser precisos: pensando-te. En desorden
sin pausas, ni sonrisas,
al derecho y al revés.
Te pienso y me dueles, no te pienso y me duele tu ausencia.
¿me entiendes?

Te confieso, con mucha tristeza,
que estos últimos días  he estando olvidando cosas insignificantes, no te ofendas,
pero para ser precisos: olvidando-te. A silencios,
a gritos,
con los ojos, con las manos, con la nariz y
con la lengua. No he podido olvidarte con la piel, me es imposible,
para ser precisos esta piel siempre ha sido tuya, aunque no la quieras ya,
es tuya, no por decisión mía, si no por decisión tuya; tú no has dejado
de acariciar esta piel tuya, que es mía, con el abismo de tu recuerdo.

Patologías del amor

1
Ellos se toman de la mano.
Ella lleva una máscara en el rostro.
Él sostiene un cuchillo en su mano derecha.
Sonríen a la cámara. 

2
Viceversa...

3
Ella esta acostada sobre un diván.
Él en una silla toma nota.
Ella habla.
Él pretende escuchar y simula entenderla.

4
Viceversa,
a excepción de que él habla, y
ella si escucha.

5
Él sostiene el cuchillo en la garganta de ella.
Ella esta de rodillas frente a él.

6
Viceversa,
a excepción de que ella
sí lo ha degollado.

7
Él se encuentra frente a un espejo;
no se puede reconocer.
Él llora en un rincón tratando de deshacerse de ella,
del recuerdo que dejo en sus ojos.
Él piensa que llorando va a olvidarla, pero sus lagrimas extrañan el hombro de ella,
él recuerda en vez de olvidar.

8
Viceversa,
a excepción de que ella
sí lo olvida.

9
Ella toma de la mano a otro él.

10
No hay viceversa.
Aquí no existe similitud alguna,
no hay excepciones, no existió olvido para él, no existió otra para él.
Aquí no existe él, existen ellos en la mente de él.
Él se queda con los recuerdos que parecen más muertos que vivos.

11
Él se muere con el recuerdo de ella entre las manos, entre los ojos, entre el sexo, entre el alma, entre el suspiro, entre su costilla izquierda.
Entre suspiros él se muere entre recuerdos que se rencuentran en la tierra del olvido.

12
Ella vive sin recordar porque él se murió con su recuerdo entre las manos.
Manos que susurraban su nombre, que reclamaban caricias perdidas, manos que al tocarla tocaban el infierno, la muerte, el olvido, la condena perpetua del amor.
Manos de él para ella, caricias sin tacto, lóbregos recuerdos de ella para él.

13
Viernes.
El otro él viste una máscara.
Ella un vestido de flores.
El otro él le sonríe a ella.
Ella le responde, y se da cuenta que en su sonrisa llevaba aun el recuerdo de él,
el que se murió con los recuerdos entre las manos.
Sonrisa de ella para el otro él. Recuerdos que ella trato de olvidar, pero el fantasma de un beso no se extingue, ni con ajo, ni con limpias, ni con crucifijos, ni rosarios. El fantasma de un beso no se desmorona como los recuerdos de una sutil vida entre dos amantes, no se olvida, no se borra, se recuerda y uno se resigna. Ella se somete al recuerdo, al beso que él olvido en los labios de ella, ese beso que no se olvida no es el primero, si no el último, porque este encierra las promesas inconclusas. 

domingo, 28 de julio de 2013

The meeting

Julián está sentado, rodeado por sillas vacías que espera que en algún momento sean ocupadas por sus invitados. Está sentado en una iglesia vacía, solo él y sus pensamientos evitan que el lugar parezca deshabitado. Por un momento piensa en prender un cigarrillo, en darle un trago al coñac que tiene en la chaqueta, pero recuerda en donde esta y sabe que no puede hacerlo. Julián no cree en Dios, la razón por la cual decidió hacer la reunión aquí, es para que por lo menos Dios crea en él. Sus ganas de tomar y fumar se volvieron obvias con forme paso el tiempo. Julián se relamía los labios, se tronaba los dedos, comenzó a sudar, se reía de nerviosismo, sacudía los pies con rapidez, su mirada se incrustaba en el crucifijo que tenía frente a él y se preguntaba: ¿Qué estoy haciendo?
Para su fortuna o desgracia, se escucharon unos pasos que resonaban en todo el recinto, al principio Julián no tuvo valor para voltear, y después tampoco. Una mujer se paró frente a él. Julián bajo la mirada, cerró los ojos, trono sus dedos una vez más y encontró el valor suficiente para ver a la mujer. Era una mujer alta, de cabello corto, su nariz muy respingada, muy flaca, de piel blanca y ojos café. Ambos sonrieron de manera sincronizada, ninguno dijo nada. La señorita M paso a tomar asiento en una de las sillas vacías, colgó su bolso en el respaldo, pero antes saco un espejo y ya sentada se miraba en el, arreglándose las pestañas, y dándole color a su cara. En ese momento Julián recordó porque lo suyo no funciono. Volvió a bajar la mirada, abrió sus oídos para cuando llegara el momento de escuchar los pasos de la siguiente invitada.
La escena era bastante incomoda, la señorita M seguía maquillándose. Pero la suerte volvió a sonreírle a Julián, otros pasos se escucharon a lo lejos. Era la señorita J, que llego sin mirar a Julián, se sentó junto a la señorita M, la recorrió con la mirada, se echó a reír y se colocó con la pierna derecha encima de la izquierda. El nerviosismo de Julián se volvió más grande, más dañino, más doloroso. Por fin se decidió a darle un trago a su bebida, y prendió un cigarro, pero antes de que pudiera darle un golpe, la señorita J le arrebato el cigarro y lo apago. Julián recordó porque no había funcionado la relación entre ellos. Sin otro remedio se llevó las manos a la boca, se mordía las uñas y movía los pies con intranquilidad. Un poco después arribo la señorita D, una mujer de la estatura de Julián, de cabello lacio, muy largo por cierto, de ojos oscuros, de piel rosada, de pechos grandes, de nariz redonda. Julián se levantó al verla, beso sus cachetes y trato de recordar porque lo suyo no había funcionado. La señorita D se sentó y la reunión ya estaba completa.
Julián volvió a darle un trago al coñac que llevaba en una pequeña cantimplora plateada. Dio un suspiro que alarmo a la señorita M, que dejo su espejo y puso atención a lo que tenía que decir el joven. Julián le dio un vistazo a su alrededor, había muchas sillas vacías, solamente tres estaban ocupadas, pero no pareció decepcionado por que faltara alguien, al contrario, se vio muy complacido.
Julián prendió otro cigarrillo, la señorita D puso una cara de extrañeza y le pregunto a Julián, ¿Fumas?, él recordó que le había dicho a la señorita D que había dejado el tabaco por ella, entonces recordó porque lo suyo no funciono, y era una razón ajena a la mujer de piel rosada, fue por las mentiras de Julián. Apenado apago el cigarrillo y lo coloco en la silla.
− ¿Por qué estamos aquí?, pregunto la señorita J
Julián apretó los dientes, la voz de la señorita J le parecía un poco irritante, pero recordó el motivo de la reunión y guardo silencio, respiro profundamente.
− ¿Por qué hay tantas sillas vacías? ¿Esperamos a alguien más?, de nuevo la irritante de la señorita J pregunto.
Julián recordó todas las veces que la señorita J le gritaba con esa voz irritante, se desesperó, pero no podía gritar, no podía estropear su reunión. Callo y saco un espejo de su abrigo, se miró pero no se reconoció, decepcionado le entrego el espejo a la señorita D, que tampoco reconoció su reflejo en el espejo, después la señorita M al tener el espejo en las manos saco un labial, se dispuso a retocar sus labios, pero al tratar de hacerlo se dio cuenta que la del espejo no era ella, volteo para ver si el espejo reflejaba a alguien que estuviera tras de ella, pero nada, la señorita M fue incapaz de reconocerse en este espejo. La señorita J le arrebato el espejo a la señorita M, se vio en el espejo, no había nadie, sólo se reflejaba la parte de atrás, la señorita J dejo caer el espejo, y lloro en silencio.
Julián recogió el espejo, lo coloco frente a su rostro y dijo en voz alta:
−Merezco ser feliz.
Entonces el espejo empezó a reflejar una tenue silueta, Julián sonrió y todas se dieron cuenta de ello, la señorita D le quito el espejo.
−Merezco ser más que un recuerdo, dijo la señorita D mirándose al espejo.
−Quiero ser quien soy, dijo en voz alta la señorita M –y le entrego el espejo a la señorita J.
−Soy bonita, dijo la señorita J.
Julián y sus invitadas dieron otra vuelta con el espejo, en voz alta recitaron lo que ya habían olvidado, hasta que después de unas cuantas vueltas más, por fin pudieron reconocer sus reflejos. Tanto se habían empeñado en olvidar a  Julián que terminaron por olvidarse a ellas.

El caso de Julián era más complejo, él se había empeñado en recordarlas a cada momento, dejo de pensar por sí mismo y trataba de pensar por ellas, se miraba en el espejo y no podía verse solo, siempre se reflejaba junto a ellas, no podía reconocerse porque al tratar de salvarlas se perdió a sí mismo. Pasaron unos momentos, las tres señoritas se levantaron y se retiraron, no dijeron nada, simplemente desaparecieron por el portón de madera de la Iglesia. Julián se quedó solo nuevamente, tanto en la iglesia como en la vida, pero se vio en el espejo y pudo ver su reflejo, Julián sonrió, tiro la cajetilla de cigarros y su licorera a un basurero, se marchó de la iglesia con el espejo sobre su cara. 

miércoles, 24 de julio de 2013

Así te quiero

Hace tiempo que no te veía, me cuesta creer que estas frente a mi, con esas ropas tuyas tan diamativas, con unos tacones que te hacen ver más alta, con el cabello pintado de amarillo, con unas pestañas falsas, con los labios hinchados, con nuevas tetas y nalgas. Me cuesta creer que después de tanto tiempo, estamos frente a frente, tú y yo. Un escritor y una...lo que sea que seas, frente con frente, alma con alma, mano con mano.

Y de pronto, me preguntas por mi, a donde he viajado, que he hecho, que marca de ropa es mi preferida, que club nocturno visito los viernes en la noche, que auto manejo, si soy casado, si soy soltero o si me he vuelto homosexual. Que preguntas rubia, a mi me gustaría contestarte que libros he leído, que poemas son los que me sacan lagrimas, que marca de cigarrillos es mi preferida, que cafetería visito los sábados en las mañanas. Me gustaría contarte que estoy apunto de publicar un libro, que soy soltero, que te he estando esperando con los brazos abiertos, que te he pensado, amado a silencios, que te he hecho el amor entre párrafos, que te he escrito un poema, que he pintado un retrato tuyo con palabras que recogí del suelo, que te he necesitado en las noches más frías de mi vida. Me gustaría contarte mis sueños, mis alucinaciones, contarte sobre mis borracheras con whisky, sobre mis insomnios con un papel y una pluma, Me gustaría contarte sobre mi soledad, como es que he podido sobrellevarla, como ella y yo nos volvimos uno, como me duele la soledad, como me gusta la soledad. Me gustaría contarte tantas cosas...pero eres tonta, muy guapa, pero muy tonta, por eso me callo, pero así te quiero tonta, te quiero tonta pero mía, tonta pero viva, te quiero tonta, tonta y tonta, siempre un genio necesita un poco de estupidez para no olvidar su parte humana, por eso te quiero así, tonta y feliz, no te preocupes por aprender, yo lo haré por los dos, yo sufriré por los dos, y si llega a ser necesario, amare por los dos.

Por: Erick Quezada
Para: Una tonta. 

lunes, 22 de julio de 2013

Taquicardias

Hace tiempo que Felipe siente que su corazón se acelera, que todo se vuelve más lento a su alrededor, que se marea, que siente nauseas. Hace tiempo que Rebeca entro a la misma escuela que Felipe, hace tiempo que él la ve recorrer los pasillos y dejar una estela de un dulce aroma a su paso, hace tiempo que Felipe sufre de taquicardias al ver a Rebeca bajando y subiendo las escaleras de la preparatoria. Hace tiempo…hace mucho tiempo.
Felipe se acaricia la sien con dos dedos de su mano derecha, con la mano izquierda aprieta su corazón, con la mirada observa a Rebeca que en ese momento entra al salón.
Felipe pasa más tiempo con su mano en el corazón que poniendo atención en sus clases, conforme pasa el tiempo las taquicardias se volvieron más severas, ya no sólo aparecen ante la presencia de Rebeca, ahora también aparecen cuando Felipe piensa en ella o pronuncia su nombre. Felipe despierta en medio de la noche con el corazón latiendo a una velocidad exagerada.
Felipe está sentado en el piso, esperando a que la maestra arribe al salón de clases, pero para su desgracia ve pasar a Rebeca, su corazón se acelera al punto máximo, el sudor recorre su cara, la respiración se le dificulta, el corazón le explota en el pecho y muere.
La maestra que llega unos instantes después, se da cuenta de que el muchacho a muerto, una vez que se asegura que todos entren al salón, cierra la puerta y se dirige al cuerpo de Felipe, ve como su mano izquierda apretaba su corazón. En ese momento un profesor que imparte la materia de historia pasa por el pasillo y ve al muchacho y a la maestra en el piso. Piensa que seguramente están hablando sobre un tema que le causa tristeza al joven, pues este se mantiene con los ojos cerrados y la mano en el pecho. El profesor y la maestra se miran, se sonríen, él se marcha y ella siente que su corazón se acelera, una taquicardia se presenta en el pecho de la maestra. Entonces voltea a ver a su alumno y le dice:
−Te entiendo…

Créeme

Te miento
si te digo que te he
dicho toda la verdad;
sobre mi,
sobre ti,
sobre nosotros,
pero por favor
créeme.

Créeme cuanto te digo:
te quise.
Créeme cuando
te lloro.
Créeme si te digo que me he
cansado de mentirte;
de mentirme.

Los poetas son extraños,
no tienen el corazón en el pecho
lo tienen en la boca,
por eso créeme cuando te digo:
eres el amor de mi vida, porque
te lo digo con la boca,
la misma que te besa, te insulta y
después te pide perdón.
Créeme 
porque te lo digo 
      de
          corazón  

viernes, 19 de julio de 2013

El chico que miraba el infinito

Ella estaba ahí, lejana, distante, inalcanzable. Ella con su cabello rizado, sus ojos grises, su cintura estrecha, sus labios rojos. Ella estaba ahí, con un cigarrillo entre sus dedos, su mano entre el cabello, sus labios torcidos, su sonrisa perversa. Ella le da el último beso de humo a su cigarrillo, ella se sienta frente a él.

Él la ve fijamente a los ojos, la mira, la mira y la mira...

jueves, 18 de julio de 2013

A veces me pregunto

Las preguntas de vez en cuando son respuestas también. Los sueños a veces son preguntas. El amor de vez en cuando es para siempre. La muerte es vida algunas veces. La vida no duele en ciertos momentos. La filosofía se equivoca muchas veces. Dios no nos ha olvidado. El mundo va a cambiar en algún momento. A veces me pregunto ¿Qué pasaría si todo lo que pienso fuera realidad?
A veces me pregunto si tu cabeza ya está llena de mejores y menos dolorosos recuerdos, me pregunto si tus corazones de papel ya son para alguien más, me pregunto si te preguntas por mí, si me piensas, si me extrañas o si ya me has olvidado. A veces me pregunto por ti y otras veces me pregunto por mí, ¿Dónde estoy? ¿A dónde voy? ¿Quién soy yo? Pero me hago el tonto, trato de ignorar las respuestas a estas preguntas, pues ya las se todas. Ya sé que no piensas en mí, ya sé que estas mejor sin mí, ya sé que me olvidaste, ya sé que a veces me pregunto cosas que ya sé.
A veces, como esta, me detengo a pensar con la vista en el cielo, un cigarro en mi boca y un vaso de vodka en la mesa, si estás tú, en algún lugar del planeta mirando el cielo estrellado, sintiendo la lluvia, temblando por el frío que produce el viento igual que yo lo hago. A veces me pregunto si fue lo correcto abandonarte, tomar un camino diferente, un camino solitario en donde camino apenas sin tropezarme con mis enredados pasos. Siempre me pregunto por ti después de preguntarme por el cielo, la tierra, los jabones, la comida, la vida, la muerte, la soledad, la felicidad. A todas las grandes interrogaciones que aquejan mi cabeza la respuesta siempre es tu nombre. A veces me pregunto si realmente eres la respuesta a todo o si tan solo eres una opción.

A veces me pregunto, pero eso era en el pasado. Ahora me pregunto, me pregunto si encender este cigarrillo, en medio de una habitación saturada de gas fue la opción correcta. Me pregunto porque de pronto el frío que sentía se calmó y porque siento tanto calor. Me pregunto si la luz que viene de la cocina es la misma luz que ven todos al final del túnel. Me pregunto si lo correcto es darle un trago al vaso de vodka, me pregunto por ti mientras veo la luz que se acrecienta y se acerca a mí. A veces me pregunto a donde van las cenizas de mi cigarro, a donde irán las cenizas de mi cuerpo. A veces me pregunto y me dejo llevar. A veces el fuego construye, a veces el fuego destruye. Hoy me pregunto si a veces me pregunte lo suficiente.  A veces me pregunto…me pregunto…me pregunto…me consumo…me vuelvo humo…un recuerdo…el mal recuerdo…el muerto.

lunes, 15 de julio de 2013

De los creadores de dioses




Las religiones (hablando de todas las religiones) tienen una peculiaridad que las diferencia de las filosofías impartidas por: Sócrates, Platón, Nietzsche, etc. Esta característica única de las religiones, es que cuentan con unas personas que se inventan dioses redentores y compasivos, esa gente de mentes enfermas está desgarrando el espíritu, estas personas que se dicen mandados de Dios (el dios que crearon ellos mismo) son las mismas personas que insultan la naturaleza del hombre humano, son los que dicen que los sueños son irreales, son las mismas personas que dijeron que el Hombre a de  avergonzarse de su cuerpo, estas mentes creadoras de dioses, nos dijeron que el árbol de la sabiduría estaba prohibido para nosotros, entonces, ¿Por qué creerles cuando dicen que su Dios está hecho de amor?

Es curioso que todos estos “creadores” inventen en conjunto con su Dios una serie de leyes, mandamientos, preceptos, principios, reglas, etc. Pareciera que su Dios no está dotado de poderes metafísicos como se nos hace creer. Así que a este le brindan el don de la palabra y con este don vienen las prohibiciones; así justifican que nunca vemos el poder de su Dios, también cabe mencionar que cuando este dios imaginario se enfurece, se aprovecha de los eventos naturales para adjudicárselos, y sus creadores nos dicen que esa fue la furia de Dios. 


Las prohibiciones de cada religión son por definición grotescas, todas van en contra de la naturaleza, todas degradan al ser humano, convierten la belleza del ser humano en una (belleza) decadente, nos dicen que Dios vendrá y se llevara a justos y creyentes, pero ¿cuándo será esto?, por ¿cuánto tiempo tenemos que vivir arrodillados ante un Dios que habla a través de un hombre?, del “elegido”, ¿cómo sabemos que lo que dice ver este hombre no es mera alucinación?, ¿cómo sabemos que este santo no es un esquizofrénico? No podemos confiar en un Dios que se apena de su imagen, que se avergüenza de su cuerpo, o que tiene pánico escénico, ¿Dónde están los dioses que vendrán del cielo? Hermanos hoy les diré la verdad sobre los Dioses, no vendrán a salvarnos, no llegara ese juicio donde los justos irán a un paraíso, todo esto son inventos de los malvados creadores de dioses.

Los creadores de dioses, por consiguiente creadores de las religiones que rigen a continentes enteros, tienen ideas tan deprimentes como la de la predestinación, según ellos nosotros no podemos salirnos del margen, tenemos una vida determinada, la cual debemos de seguir sin si quiera pensar en algo más trascendente  Budas, Jesucristos, Mahoamas, y demás salvadores son solo personas como nosotros, pero a cambio de nosotros ellos pudieron conseguir la liberación mental. Me gusta pensar que estos mesías no fueron figuras públicas de alguna religión, me gusta pensar que estas personas existieron y se dieron cuenta que no hacía falta pertenecer a una religión para encontrar a la divinidad. Estos creadores de dioses nos advierten que por cada acción hay una reacción (esta idea de acción-reacción no es la misma impuesta por Newton, pues los creadores de dioses no confían en la ciencia), que debemos actuar apropiadamente, obligándonos a ser algo que no somos, a actuar con hipocresía, eso hacen estas ideas, esta idea de que recibes lo que das está mal planteada, pensemos en el karma en el budismo, este nos dice que la vida es un circulo (con lo que estoy de acuerdo), que cuando hacemos una acción buena o mala esta produce una reacción en cadena que acabara donde empezó, en pocas palabras volverá a nosotros, es una forma de infatuación. Esta idea mantiene a la gente alarmada, atenta de que hace, provoca que las personas hagan las cosas no porque quiera hacerlas, si no por querer un buen karma. No sé ustedes pero me gustaría pensar que la vida es más que karma, me gustaría actuar de forma egoísta sin tener que ir por la vida cuidándome de que el karma me regrese un golpe que me derrumbe, los creadores de dioses se han dedicado a mantenernos idiotizados, a predicar una religión que solo existe en su cabeza, los creadores son estafadores y hasta ahora la estafa ha ido bien.

¿No les intriga pensar, porque todos los dioses tienen sus palacios en los cielos?, ¿Por qué no viven en las sombras o en la tierra con nosotros?, esto solo nos demuestra que estos dioses se sienten superiores a nosotros, ¿por qué deberíamos adular a un Dios ególatra, que siente que es más que nosotros, que repudia la vida terrena?, Díganme ¿Por qué se pasean por las nubes, cuando nosotros soñamos con volar?, estos creadores pusieron a sus dioses en los cielos porque saben que este es inalcanzable para el hombre (es lo que nos hacen creer), los pusieron en las alturas porque saben que el hombre le teme a todo lo que proviene de allí, un ejemplo seria la lluvia. Esto es una alegoría que nos muestra que los creadores de dioses buscan dos cosas: que la divinidad sea inalcanzable para el hombre y que el hombre tema, para poder ser mandado. 

Mi meta no es fomentar el ateísmo universal, no vengo a dar un llamado a la anarquía, pienso que esta no es la solución. Yo quiero compartir la verdad que se me ha revelado en sueños, libros y pensamientos, yo quiero compartir con ustedes el amor al hombre, el amor al súper hombre espiritual, que debe darse paso en este mundo contemporáneo. No me jacto de saber la verdad, pues esta la perseguimos constantemente, pero ahora quiero hablarles de algo que estos creadores no nos han querido decir, pues todos llevamos dentro a un Dios. La naturaleza nos ha dado una cualidad, la cual esos Dioses celestiales envidian, pues nosotros somos fugaces, pero inmortales a la vez, así es hermanos, que no les sorprenda lo que digo, somos mortales, pero tenemos la capacidad de ser inmortales, eso es lo que les asusta a los creadores de dioses, le asusta la idea de que podemos ser Hombre-Dios, tanto se han esforzado en complicarnos el camino que lleva a lo espiritual, que hemos decido a detenernos por un momento para ver al horizonte, y este nos ha susurrado la verdad, la verdad de que el hombre no necesita un Dios patriarcal, que nos quiere, pero si le fallamos nos odia al punto del exterminio. La verdad que el horizonte nos dibujo fue que el Hombre lleva su auto trascendencia en el interior, tanto ruido nos cae del cielo que no escuchamos lo que nuestra alma pide, hemos dejado de alimentarla, en cambio nos encargamos de engrandecer el ego de un Dios impotente, que a la vez alimenta nuestros egos. Hermanos, compatriotas que llevamos por patria la humanidad, esta es la verdad que el horizonte quiere que sepamos: nosotros somos nuestro propio dios, lo divino vive en nosotros, no temamos a las alturas, pues estas no solo fueron hechas para los Dioses (los creados), también fueron hechas para los hombres que desean volar, pero primero hay que volcarse hacia adentro, este dios interno solo nos pide algo, nos prohíbe solo una cosa, nos impone una ley. os pide fe, una fe nueva, una fe que lleve como premisa confiar en nosotros, nos prohíbe cargar el ego sobre las espaldas, pues este es una carga muy pesada para el vuelo que vamos a emprender, nos impone conocernos, pues de este conocimiento se deriva la única y genuina felicidad.

A los creadores de dioses yo les hablo hoy y siempre, a los creadores de dioses les digo que ahora nosotros, buscaremos por nuestra cuenta lo divino, usando de vez en cuando a su dios tan solo como instrumento para llegar a nuestra espiritualidad, a los creadores les digo que la única religión que reconozco es la verdad porque me ha llevado a los cielos y al infierno, la verdad me ha mostrado lo que sus dioses tachan de blasfemo y pecaminoso. A los creadores de dioses les digo que vamos a acercarnos a un Dios único, un dios humano, que ama, sufre, llora, ríe y grita como nosotros, a los creadores de dioses les digo adiós, pues ya no necesitamos más de ellos ahora que podemos volar, ahora que el cielo es propiedad del alma y no de dioses corruptos.

Ahora me dirijo a ustedes amigos y hermanos, a ustedes que desean conocer a Dios, yo me dirijo a ustedes, pues a ustedes es a los que les interesa llegar a los cielos, me dirijo a ustedes hombres y mujeres; la creación más hermosa del universo, tomó por algunos momento el papel de profeta para decirles: que no le tengan miedo a la lluvia, en vez de correr huyendo de su humedad, corramos hacia ella para bailar, volemos más allá de los cielos, allá donde estos dioses impostores no han podido llegar, los invito a conocerse, amarse, valorarse, a meditar en medio de la soledad, pues esta es nuestra compañera, cuando estamos solos, no somos solo nosotros, pues somos dos, la soledad y tú.

Despréndanse de banderas y gobiernos, nacionalidades y territorios, renuncien a lo material, húndanse en lo espiritual, la única bandera es el amor, la única raza es la raza humana, el único gobierno es la poesía, la única religión es la verdad, el hombre. La gran verdad es que nosotros somos dioses, no les ofrezco una vida llena de felicidad, privada de dolores, no les prometo amor eterno, ni soledad infinita, tampoco les ofrezco un paraíso y un infierno, pero les ofrezco algo mejor que esto, les ofrezco el conocimiento y no uno cualquiera, sino el más difícil de conseguir, si ustedes siguen el camino espiritual que su alma les exige, el conocimiento que encontraran será invaluable, ¿Cuál es?, pues este conocimiento es el saber que somos, el llegar a ser lo que somos, el quitarnos las marcaras que nos impone la familia, amigos, escuela, sociedad y gobierno. El camino del buscador es difícil no pienso mentirles, es doloroso y la mayoría de las veces estaremos solos en noches más largas que el invierno, pero díganme ustedes, que tiene este mundo para ofrecernos si no es el autoconocimiento del alma, los invito a perderse por este camino, para encontrarse, y no se desesperen amigos, pues cuanto más perdidos se sientan, más cerca de encontrarse están, pues la noche es más oscura cuando está a punto de amanecer.

Un poemario adolescente


II

Antes de vivir
quiero amarte,
la vida sin haberte amado
carece de sentido

¡Que me quiten la vida
pero no tu recuerdo,
porque prefiero la muerte
antes que tu olvido! 


III

Me dueles
así como demasiado,
así como para
siempre


IV

Tres años cargue tu cruz,
cruz de mármol pulido.
Corona de espinas
tardía, pero
precisa
como siempre,
como nunca, pero
te quise.

Ahora solo toco tu piel
con mi memoria,
beso tus labios sin tocarlos,
te quiero a distancia, ahora
te pienso
a destiempo

V

...Y por si regresas, había
un libro
pero ya no,
o ya no sé,
               que sé yo
                              ni que fuera 
                                Dios,
                                       adiós 
                                                       mi amor.


Para ti


Para ti
cada lagrima derramada,
el más largo sueño, jamás soñado.
Para ti las gotas mañaneras
del rocío claro y oloroso,
para ti todas las palabras,
para ti todo
...para ti nada.

Para tus ojos dos espejos
para que nunca olvides
lo hermosa que vos sos.

Para tus labios
un color nuevo,
ni muy rojo, ni muy café,
un color solo inventado para ti,
como vos que fuiste inventada
para mi.

Para ti nada, para ti todo,
para ti este poema,
el universo.
Para ti el colmo del ser y
la nostalgia del no ser.

Para ti con cariño,
mis mejores deseos,
los mejores recuerdos
los peores versos.
Para ti un poema,
este poema,
que sólo me recuerda
que todo lo escrito
será para ti.

Para ti todo,
para ti nada...



Poemitas para acompañar con una canción


I

Estoy
como haciéndote
un verso y
llorándote otro

II

Como la perla
que brilla,
tu recuerdo
lastima

III

Me siento loco,
loco perverso,
loco de ti

IV

Nuestro amor arderá
como sol volátil
entre dos cuerpos
incendiados por
la cólera

V

Besamé,
mientras nuestros
ojos se miran, sin mirarse
para saber si el
infierno nos es bien
merecido

VI

Tu amor loco
ardiente y sin ojos
un buda de oro

VII

Tu voz; que como
dulce sismo,
me saco de quicio 

domingo, 14 de julio de 2013

No es lo mismo

No es lo mismo Soledad, que soledad. Una denota el nombre de alguna mujer, y la otra manifiesta aislamiento, este puede ser voluntario o involuntario. La historia que se presenta a continuación tiene un poco de ambas, un poco de Soledad y soledad.
Esta es la historia de un joven que se encuentra en la azotea de un gran edificio, las puntas de sus pies tocan el aire, y el resto de sus pies tocan el débil piso de la terraza, por su mente pasan muchas cosas, el joven llora, y de vez en cuando suelta una pequeña carcajada, se acomoda el cabello, y vuelve a extender sus brazos. Es la historia de Jeremías, un sujeto de veinte años que está a punto de tirarse al vacío. Jeremías no tiene deudas, no padece alguna enfermedad terminal, no ha sufrido la muerte de algún ser querido, no cometió ningún crimen. ¿Por qué se lanzaría desde lo alto de un edificio?, bueno, la razón por la que lo hará, es por la soledad.
Jeremías se siente solo. Todos se han olvidado de él, de su nombre, de su dirección, de su edad, de su fecha de cumpleaños, de su rostro. Él no es capaz de pasar un día a solas, escuchando el sonido de su corazón, o el ruido del agua corriendo por las tuberías de su departamento, Jeremías es incapaz de vivir en soledad.
Ciertamente –no se ustedes− yo considero que hay de soledades a soledades, unas veces uno se siente solo, sin amigos, sin amante, sin nada que llene su vida, pero existe una soledad que es un tanto acentuada y cruel, en esta soledad, la misma soledad se ausenta, y ahí es cuando uno se encuentra más solo que nunca. La soledad de Jeremías no era tan extrema, de hecho nadie se había olvidado de él, todo era producto de su imaginación. Un miércoles, a primera hora, Jeremías recibió una carta, que estaba sellada con un pedazo de cera roja. Esta peculiaridad en la carta era la marca que dejaba su amada Soledad, que se encontraba de viaje, por Roma, de donde le escribía semanalmente una carta contándole sus aventuras en aquella tierra europea.
La carta en cuestión, hablaba sobre lo hermoso que era el Coliseo, lo impactante de su estructura, también menciono la amabilidad de una pareja italiana, que se encontró en cierto recorrido por el Panteón Romano. Bueno sin tantas vueltas, al final de la carta se podía leer algo así:
“…las palabras me escasean, espero te encuentres bien. En pocos días tu soledad, será eternamente tuya. Chao mi querido Jeremías.”
Jeremías sintió que su vida se acababa en ese instante. Su soledad seria eterna en pocos días, esto no podía soportarlo, ¿Qué habrá pasado en Roma para que Soledad lo abandonara eternamente?, pensó en silencio Jeremías. Largos días trato de meditar el asunto que se le presentaba, sin apartar la carta de sus manos. Después de tanto asumir la posición de un pensador, decidió arrojarse de lo alto del edificio en donde vivía. Es por eso que hoy están Jeremías y soledad, sosteniéndose el uno del otro –con un poco de pavor− dispuestos a lanzarse, más Jeremías que su soledad. Al final este hombre termino por caer quince pisos para estrellarse con un sólido pavimento, que en pocos segundos se tiño con un color carmesí.
Trágica es la historia de Jeremías, pues su dulce Soledad había tenido una pequeña falta de ortografía en esa última carta. Soledad al decir: “En poco días tu soledad, será eternamente tuya…” se refería a ella misma, pues pronto regresaría para quedarse junto a Jeremías, por siempre.

Por eso hay que tener en cuenta que no es lo mismo Soledad, que soledad. Tanta es la diferencia que a Jeremías le costó la vida.

sábado, 13 de julio de 2013

Soledad de mis soledades

Soledad de mis soledades,
dama volátil,
elegante y deslumbrante.
Soledad caprichosa,
soledad querendona,
soledad encantadora,
oh, soledad de mis soledades
tan fría como siempre,
tan sola como
dos amantes.

Vienes sin aviso
te vas de improvisto,
te olvidas
de los que ya han sido olvidados
¿Hace cuanto no me visitas?
soledad perfida.
Soledad de mis soledades
calma mis desvaríos,
encubre mis mentiras.
Acompáñame a medias
o enteramente.
Deja tu recuerdo si es preciso,
pero no dejes más olvido,
contigo me basta
soledad de mis soledades.

Pequeño poema diurno

Te quiero más bajo la luz
de la luna
que cuando el sol
golpea tu rostro,
pues la luna
te da un toque a
melancolía y vida.
Te quiero solamente
durante la noche,
durante el cuarto menguante
o la luna llena.

Solo en la noche puedo quererte
bienaventuranza mía,
en la noche con la luna mirándonos,
ambas amadas mías,
ambas hirientes y sensuales,
ambas dueñas de la noche,
ambas brillantes,
ambas tan únicas.

Te quiero más cuando
tu tacto me busca en las penumbras,
cuando tus besos
se recargan fríamente
en el oscuro rostro mio,
te quiero a las doce de la noche
porque es cuando tengo más frío.
Ven abrázame,
pues es de noche, y la luna
ya alumbra tu paso,
ven noche,
ven melancolía,
ven luna,
ven amada mía, ven pequeña damisela diurna.



viernes, 12 de julio de 2013

Entre Julieta y Julieta

Julieta la del cabello castaño, Julieta la de los ojos destellantes, Julieta la poetisa, Julieta la pintora, pensó Julieta mientras se examinaba en el espejo.  Julieta estas muy alta, Julieta estas muy gorda, Julieta es de noche, Julieta te quiero, Julieta te odio, le dijo su reflejo.
Julieta le contesta a su reflejo: Julieta esa falda no se ve tan bonita, Julieta tu cabello está sucio, Julieta cállate, Julieta es tarde… ¿Para qué? Dijo el reflejo, para llamar a Miguel, le dijo Julieta a su reflejo. Julieta reacciona, Julieta abre los ojos, Julieta con ¿quién hablas? Le dijo la Julieta del espejo a la Julieta que miraba su reflejo.
Julieta la del cabello castaño, parpadea rápidamente para desvanecer a la Julieta del espejo y lo logra. Ella piensa que se está volviendo loca y que esa falda que trae no se le ve bien, pero no sabe explicar el porqué. Julieta tus ojos brillan, se dijo Julieta. Pasó un mes y Julieta no volvió a ver a la Julieta del espejo.
Un martes por la tarde, Julieta despertó de su siesta, al abrir los ojos, Julieta (su reflejo) la miraba a través del espejo y le gritaba con enojo: ¡Julieta despierta! Al ver esto, Julieta volvió a cerrar sus parpados para no pensar en su reflejo. Julieta durmió profundamente y se despertó a media noche empapada de sudor. Julieta ¿Qué pasa?, le pregunto su reflejo a Julieta. Soñé que asesinaba a Miguel, le contesto Julieta a su reflejo. Lo mataba con la mirada, completo Julieta.
Julieta no se lo cuentes a Miguel, Julieta ya no te duermas, Julieta prende la pipa, le dijo el reflejo a Julieta la de los ojos brillantes. Julieta estoy volando, Julieta estoy cayendo, Julieta hace frío. Al cuerpo de Julieta se acercaron varias personas, Julieta tenía los ojos cerrados y la cabeza abierta. Callo de aquella ventana señalo uno de los tantos mirones, ¿Qué habrá pasado?, se preguntaron los demás. ¿Se calló, salto o la empujaron?, se volvió a preguntar el tumulto. Seguro la empujaron dijo una anciana. No, no, no, lo que paso es que se lanzó la pobrecita., dijo un vagabundo.

Nadie sabe que paso con Julieta, nadie la vio caer y nadie vio que alguien la empujara. Su muerte será un misterio, porque Julieta le confió el motivo de su muerte a la otra Julieta, por lo tanto todo quedo entre Julieta y Julieta.

jueves, 11 de julio de 2013

Un juego de niños

Mi vida siempre fue muy tranquila, yo era un hombre que se limitaba a tomar riesgos absurdos, prefería quedarme en casa a mirar cosas en la computadora que salir a las calles oscuras donde cualquier cosa te puede pasar. Es cierto, mi vida era muy aburrida, tengo que aceptarlo, nunca fui un hombre al que le gustara salir por las noches, nunca me gusto hablar con mujeres, nunca me gusto masturbarme, nunca me guste, nunca quise ser yo.
Seguramente gracias a esto me decidí a hacer lo que hice, obtuve fuerzas de algún lugar secreto donde hay fuerza de sobra para los perdedores como yo. Mi trabajo no era más interesante que mi vida, trabajaba como cajero en un supermercado. Todo el día me pasaba escuchando el maldito ruido que emite la caja registradora al pasar un producto por encima de ella y cuando llegaba a liberarme de este ruido, pronto llegaba otro cliente, sí, mi trabajo es asqueroso.
Lo único que valía la pena en ese lugar era la presencia de Susana, la gerente, que en algunas ocasiones pasaba por mi estación para ver que todo marchara bien, no hacia bien su trabajo, jamás se dio cuenta de que nada marchaba bien conmigo. Yo estaba enamorado de ella.
Fue un viernes, como cualquier otro, en el que se presentó la oportunidad de entablar con ella alguna pequeña conversación. Saliendo del trabajo ella se encontraba parada a las afueras de la tienda al parecer esperando a alguien, siempre me pregunto si era a mí al que estaba esperando en realidad, pero nunca lo sabré. Al verla me acerque en el coche lentamente y baje la ventana. Le dije que si podía llevarla y ella –sorprendentemente− contesto que sí, al subirse y avanzar un par de metros Susana me comento que porque no la llevaba por un trago o mejor aún, que porque no íbamos por un trago a mi departamento, dude en que esto estuviera pasando, al final le dije que sí y nos dirigimos a mi casa. Llegamos y mi preocupación era enorme, ni siquiera sabía si existía alcohol en mi departamento. Entramos y paso al baño, yo me precipite a buscar lo que fuera que tuviera un poco de alcohol, Vodka fue lo único que había en mi deteriorada alacena, Susana salió del baño y se retiró el abrigo. Ambos nos sentamos en el suelo a tomar directamente de la botella, así lo quiso Susana, parecía deprimida en verdad y si algo se; es que el Vodka no sirve para mejorar este tipo de situaciones. El tiempo paso, voló, Susana estaba completamente ebria, hablaba sobre lo imbécil que era su novio o exnovio al final no pude entenderle, me dieron ganas de orinar y a mi regreso ella pregunto si me gustaría jugar con ella, mi contestación fue de afirmación y Susana saco un revolver de su bolso y apunto directo a mi garganta, jalo el gatillo y el sonido que hacen las armas vacías me hizo soltar un gran suspiro. ¿Estás loca? le pregunte con el corazón marchando a mil por hora, una carcajada fue lo que recibí por respuesta.
Susana cargo la pistola con una sola bala. ¿Juegas o no? Me pregunto, ¿qué más podía hacer? decirle que no, era sinónimo de rechazarla y ¿quién quiere rechazar a una mujer ebria, despechada y con un revolver?, acepte su reto y antes de poder sentarme ella volvió jalar el gatillo pero ahora apuntaba justo en medio de su frente, otra carcajada salió de su boca, era mi turno, jamás me había sentido tan emocionado, dude en hacerlo pero al repasar mi vida me di cuenta de que si se disparaba no tenía nada que perder, accione el revolver…y pude vivir para contarlo.
Era el turno de Susana, le extendí mi mano para entregarle el revólver, no tengo idea del porque sonreía, ella se levantó y me mostró un ceno, después el otro, comenzó a tocarse apasionadamente ambos pechos y me dijo con voz jadeante que fuera yo el que le disparara, me recargue totalmente en el sillón y la mire, como se mordía los dedos, como se frotaba su cuerpo, apunte con firmeza a su cabeza, me sentía como un vaquero del viejo oeste. ¡Dispara! Me grito excitada, jale el gatillo y todo pareció estar bien hasta que Susana se desplomo frente a mí, sólo en ese momento pude reaccionar y ver que el cañón del arma humeaba.
No tuve ganas de escapar, aun sabiendo que era una tontería defenderme con el argumento de que jugábamos a la ruleta rusa, de que ella me pidió que yo le disparara porque tenía las manos ocupadas. Que puta risa me dije y acompañe este pensamiento con una larga sonrisa. Las autoridades llegaron, aunque tarde, con tanto tiempo pude haber escapado para siempre. Me vieron sentado con la pistola en la mano y el cuerpo semidesnudo de Susana en la alfombra.

Ahora estaré en la cárcel por lo que resta de mi vida, al parecer viole y mate a Susana, eso dicen los policías y ya que su rendimiento había sido muy ineficiente durante aquellos días, me culparon de otros cinco asesinatos que no habían podido resolver. Soy un violador y un asesino en serie o eso dicen las autoridades y todo esto paso por jugar ¡un maldito juego de niños! como dijo Susana.  

El escritor frustrado

No sé a ustedes pero a mí siempre me pasa que llega un punto en el que no puedo escribir más, me frustra esto porque tengo ganas de escribir pero no tengo una historia para contar. Cuando me comienzo a sentir así, hago memoria de una historia que me contaba un amigo en la facultad de letras, nunca me dijo cuál era el título de la historia, me gusta suponer que él también era un escritor frustrado por no poder ponerle un título a su obra, el mundo está lleno de escritores frustrados.
Bueno, la historia comienza cuando un viejo se decide encerrar en un cuarto junto a su máquina de escribir y algunas cuartillas en blanco. Este hombre necesitaba escribir, su vida dependía de ello y es que si no escribía por lo menos unas cuantas cursilerías sentía que los ojos le saltaban de su lugar y que el estómago le explotaba, en fin, una seria de martirios horrorosos eran causados si no se sentaba a escribir aunque sea un poco. Llevaba tiempo sin hacerlo y los dolores eran espantosos, el viejo había sido un exitoso escritor pero de eso ya era mucho. El escritor seguía aferrándose a seguir escribiendo aunque ya no tenía nada que decir.
Sentado frente a su vieja máquina de escribir se percató que al garabatear, la maquina no dejaba huella alguna en las hojas. No existía una explicación racional para eso, de pronto las hojas volaron por toda la habitación cortando el cuerpo del viejo hombre, una vez exhaustas de esa sangre tan amarga, volvieron al lugar que les correspondía. El escritor no entendía que su frustración era contagiosa y que las hojas también se sentían frustradas de ser hojas y no árboles. Entre frustración y frustración el escritor murió desangrado por las heridas de su propia frustración.
Es una buena historia a mi parecer, en este momento me siento como aquel viejo de la historia, frustrado por no poder escribir lo que quiero escribir, pero al ver mis hojas la frustración desaparece, siento que esta cuartillas esperan el momento de cortarme en pedazos. El mundo está lleno de escritores frustrados a los que se les acabaron las palabras. Todos los escritores están destinados a sentirse frustrados en determinado momento. El mundo está lleno de escritores fracasados y poetas enamorados, pero él escritor frustrado del cuento de mi amigo, ese si para que vean es un verdadero escritor frustrado porque al menos yo pude escribir algo a causa de su frustración.

Comparación

Te amo,
como la muerte al moribundo,
como se ama a una
rosa con espinas

Te extraño,
como un bebe a su madre,
como las flores a la primavera,
como la bella a la bestia

Te odio,
como la derecha a la izquierda,
como los políticos a la verdad,
como un bohemio a la moral

Te olvido,
como los gobiernos a sus pueblos,
como la lluvia al desierto,
como Dios al hombre

Te amo,
como Adán a Eva,
como te olvido,
como te odio,
como te extraño,
como yo te amo no
existe comparación.





Lo que aprendí

De tus ojos aprendí 
que no todos somos dichosos,
que el más breve espacio
sirve para derramar amor.

De tus manos aprendí
lo silenciosa que puede
llegar a ser una caricia, y
lo abismal de un rasguño tuyo.

De tu sonrisa aprendí
que la gente sonríe sin ser feliz,
que basta que sonrías para que me den
ganas
de morir. 

De tu boca aprendí
el sabor de un beso, y
el sabor de una mentira.

De ti aprendí
que el amor sin un poco de odio
no enseña nada, no estimula.
que si no estas
todo esta mejor. 

Hombre en llamas

“Un hombre sabio es fuego viviente”
−Osho
Muerte, es una palabra que lleva consigo infinidad de significados y sentimientos. Esta palabra emblandece a los duros de corazón, hace que los ermitaños quieran estar acompañados, que los políticos digan la verdad, que los enamorados lloren. Esta simple palabra es muy difícil de entender y fácil de pronunciar. La palabra muerte hace que el mundo se estremezca en un instante. A las personas no les agrada morir, en lo personal a mi si me gusta morir, de hecho ya van varias veces que he muerto.
Mi nombre es Thich Quang Duc, he dedicado toda mi vida a la búsqueda de la paz y la sabiduría, para algunos mi estilo de vida les parecerá aburrido, pero a mí me parece de lo más excitante. Soy un monje budista.
Déjenme contarles cómo es que recorrí este camino que está lleno de sublimes silencios. Nací en un pequeño pueblo de Vietnam del Sur, en el año de 1897. Mis padres eran campesinos y se dedicaban a la siembra de arroz, desde muy joven acudía al campo para ayudar a mi padre a sembrar, él me enseño todo sobre la siembra de está semilla, desde preparar la tierra, hasta la recolección y el secado del arroz, una vez que este ha madurado por completo. En la aldea existía una pequeña choza a la que todos acudían para meditar junto a la gran estatua de Buda. Junto a mis labores de campo también se juntaban las de la oración. Mi madre es la que se encargaba de enternecerme el espíritu, ella fue quien me enseño todo lo que sabía sobre Buda y sus preceptos. El silencio que se producía en aquella choza nos hacía olvidar todo lo que nos rodeaba, recuerdo que un día al despertar del trance, me di cuenta que una torrencial lluvia azotaba la aldea, mis ropas estaban totalmente empapadas pero me sorprendí porque durante la meditación, no pude sentir ninguna gota de agua. No sentía frío, no percibía el olor de humedad de la tierra mojada. Durante mi larga meditación solamente éramos mi mente y yo.
Conforme fui creciendo, me interese más por la vida espiritual que por la del campo, al cumplir quince años, me retire a las montañas con los monjes y aprendí todo lo que tenía que saber sobre el budismo. En la soledad de las montañas mi única compañía era yo mismo. Hablaba conmigo y me escuchaba, era una relación perfecta. Pase años en aquellas frías montañas, escuchando a los grandes maestros y dedicándome a la auto-exploración.
Mi momento de ordenamiento llego, había carbón hirviendo en el piso, al ver esto no sentí miedo, tampoco desesperación. Increíblemente mi cuerpo se mantenía sereno. Di unos cuantos pasos y termine justo en medio del piso hirviente. Me era imposible creer que el fuego no me produjera ningún ardor. Ignorando por un momento esto, jure ante mi maestro dedicar mi vida a la búsqueda de la sabiduría y luchar por la salvación de todos ser vivo que habitara el planeta. Pase de alumno a maestro, pero no me gustaba que me llamaran así. No me sentía como un maestro, porque muy a menudo eran mis alumnos lo que me enseñaban a mí.
Cierto día decidí bajar al pueblo para visitar a mis padres, pero al estar ahí todo era muy diferente a como yo lo recordaba. Las chozas estaban destruidas, los sembradíos marchitos. La gente tenía un semblante de profunda tristeza, los niños ya no cantaban felices y los ancianos dejaron de recitar aquellos bellos poemas que a diario declamaban mientras que el roció cubría las hojas de los árboles. La población se veía reducida, había más chozas que personas. Entonces me acerque a un joven que limpiaba la estatua de Buda y le pregunte por lo que había ocurrido. El hombre me contó lo acontecido, hace tiempo que el gobierno perseguía a los monjes como yo, y se enteraron de que cerca de aquí existía un templo budista. Vinieron durante semanas para averiguar la ubicación, pero esta gente no lo sabía, los soldados fueron llevándose poco a poco a hombres y mujeres dejando únicamente a viejos, niños y uno que otro adolescente como con el que platicaba. Hace tiempo que la tristeza no invadía mi corazón como lo hizo aquel día. Mi cuerpo se sentía desganado y mi espíritu daba alaridos de dolor.
Durante un gran periodo la intolerancia del gobierno hacia mi religión se acrecentó y las persecuciones y represiones no se hicieron esperar. En ningún lugar estaba seguro un monje. Nos querían quitar a libertad. pero ahí me di cuenta de la gran ignorancia que regía a los soldados y políticos. Pensaban que encerrándonos en una celda sin ver la luz o montándonos a sangra fría iban a quitarnos la libertad, que equivocados estaban. Es ahí cuando entendí su intolerancia, pues sólo un hombre que no entiende el concepto de libertad piensa que encerrándonos puede quitarnos la nuestra, esas personas no entienden que la libertad está en el alma, y nadie puede quitárnosla. El espíritu siempre ha sido libre, ni yo soy capaz de encerrarlo, pues él va a dónde quiere ir. Me sentí profundamente decepcionado, me puse a pedir por estas personas para que pudieran entender que el enemigo del hombre no es el hombre, si no su intolerancia hacia las ideas que el alma expresa a través de este cuerpo humano.
Algunos monjes nos decidimos a marchar por una calle muy concurrida de Saigón. Los días previos a esta manifestación, en mi mente ya llevaba una idea que me consumía como fuego. Una vez en las calles, me decidí a dejar ver mi profunda tristeza. Tomé asiento en el negro asfalto de la calle y asumí mi posición de flor de loto y empecé a meditar con una tranquilidad apaciguadora. Un compañero arrojo en mi cuerpo un tanto de gasolina y de pronto las llamas me abrazaron con sus grandes flamas. Periodistas aterrorizados miraban como mi cuerpo era consumido por las ardientes llamas de este fuego. Mi carne se derritió como cera, en minutos perdí mi rostro. El olor a carne chamuscada inundaba las calles de la ciudad. Los soldados miraron caer mi cuerpo ya sin vida sobre el asfalto, los periodistas hicieron sus apuntes y algunos curiosos registraron en evento con su videocámara.
Al principio de mi narración les dije que yo ya había muerto varias veces, y eso es completamente cierto. Unas cinco veces fueron las que caí muerto antes de esta ocasión. El hombre debe morir constantemente para renacer otras tantas veces, aquel que no muere, nunca entenderá la vida. Uno muere cuando cumple años, pues muere el niño o el joven y nace un adulto o un viejo. Uno muere también cuando aprende. Uno muere cuando se va para regresar. Uno muere cuando se pierde y cuando se encuentra. El hombre muere y se renueva a cada momento de su vida, muchos no se dan cuenta y hay otros que en verdad nunca mueren. Hoy me toco morir calcinado, no por el fuego que se produjo de la gasolina y el fósforo, si no por el fuego que emana de mí. Muchos periodistas regresaron a sus países y escribieron distintas notas, en unas me llamaban suicida, en otras me tacharon de loco y en muchas más describían el horror que sintieron al ver mi cuerpo envuelto en llamas. También muchos hablaron de la serenidad con la que afrontaba aquel momento, no entendió su sorpresa ante mi actitud frente a la muerte, nunca entendí porque esta palabra causaba tanto miedo. Al estar en llamas, por mi mente pasaron tantas cosas pero nunca la preocupación por dejar este mundo.
En ese momento llegue a sentir tristeza por las personas que trataban de encerrarnos, en ese ardiente instante volví a pedir por ellos. El fuego que emanaba de mi cuerpo, era el fuego que ocasiono la intolerancia del hombre hacia el sabio. El fuego que me arrebataba la vida, era el que se produjo por el desprecio del hombre por el hombre. Mi cuerpo en llamas no fue −como muchos dicen− una manifestación contra las políticas de ese momento. Más bien fue un mensaje, uno de una naturaleza bellísima. Mi intención era hacerles saber que la libertad no podía quitárnosla nadie, ni yo mismo. El fuego en mi cuerpo era para hacerles entender, que si en verdad querían quitarnos la vida nosotros mismo lo podíamos hacer, pero de nada serviría. Yo pretendía hacerles entender que la intolerancia ocasiona un fuego que acaba por carcomer a la humanidad. Mi muerte fue un mensaje de vida, de cambio y de transformación. Mi muerte tenía como propósito decirle a la humanidad que uno debe dejar a un lado el odio a su hermano. Al mundo en general.
Esta es mi historia. Este soy yo. Thich Quang Duc, el sabio que decidió enfrentarse al odio del hombre, él que decidió morir para demostrar que la libertad no es posesión de ninguna persona, él que les dijo que el hombre debe amar al hombre, pues uno es reflejo del otro y todos somos el reflejo del mundo. Soy un hombre en llamas que arderá durante la eternidad, pues sólo el hombre es quien va a decidir cuando el fuego debe cesar para que la vida vuelva a florecer.

Caminante

Toda mi vida me ha gustado caminar, ¿Por qué?, no lo sé con exactitud, pero sé que me causa un gran placer. Hay personas que nunca se atreven a caminar y eso tampoco lo entiendo muy bien. A mí en verdad me causa un gran placer salir a las calles, ponerme mis auriculares y caminar sin rumbo o con rumbo, qué más da, el propósito es caminar.
Cuando mis amigos me preguntan: ¿Por qué caminas tanto?, nunca encuentro las palabras con que contestar esa pregunta tan absurda. Es como preguntarles a las aves porque vuelan, yo camino porque debo caminar. Creo que la pregunta correcta no es ¿Por qué? Si no ¿Para qué?, esa pregunta si que puedo contestarla.
Uno camina para avanzar o camina cuando quiere retroceder. Se camina para buscar, para encontrar y a veces para perderse. Uno camina si quiere estar saludable. También caminamos para alejarnos o acercarnos, según sea el caso. Caminamos  para conocer, para recordar y para olvidar. Uno camina para acercarse o peor aún, para alejarse. Uno camina para ir a comer, para ir a una fiesta, para ir a un funeral o a un bautizo. Uno camina y camina. Se camina para encontrarse con alguien o para alejarse de ese alguien. Uno camina y camina. Pero también se camina para pensar, para crear, para ser libre. Uno camina lento o rápido, pero lo cierto es que uno camina y camina. Se puede caminar recto, o en curvas o dando un paso adelante y uno atrás, pero nuevamente, uno camina y camina. Se camina para reír, para llorar, para gritar y para hablar. Uno camina para echar a volar la imaginación, para conocer o desconocer. Uno camina para preguntarse y para responderse. Se camina para huir de la muerte o para ir a su muerte, lo cierto es que uno camina y camina.
Para caminar no hace falta tener unas piernas fuertes o físicas. Uno camina con la mente o con las manos. Se puede caminar con los ojos, la boca o con la nariz. Debo decirles que uno puede caminar con el corazón también, el chiste es que uno camine y camine. Para rezar y para maldecir. Uno tiene que caminar para lo que sea, con lo que sea. El hombre tiene que caminar tanto para que deje de ser hombre y se convierta en un caminante. Los caminantes siempre llegan y siempre se van. Los caminantes se encuentran y se pierden, recuerdan y olvidan. Hacen de todo, pero ¿qué pasa si uno se detiene?

Bueno, eso no es tan malo como suponen, pues uno se detiene para no caminar. Para…bueno, uno sólo se detiene para no caminar. Qué curioso, creo que ya sé porque me gusta caminar, me gusta caminar porque parado uno no puede hacer nada, uno no llega lejos, uno no recuerda y no olvida, uno no conoce y no se pierde. ¿Qué sentido tiene la vida cuando uno se detiene? Ninguno creo yo, es por eso que me esfuerzo por no dejar de caminar, porque parado, uno se olvida completamente de caminar, y sin caminar ¿Qué se puede hacer?, no lo sé, será mejor que camine para recordar porque no debo dejar de caminar.