sábado, 28 de septiembre de 2013

¿A dónde van las miradas cuando se pierden?

Hay que estar juntos. ¿A dónde se van las miradas cuando se pierden? Al páramo de tu rostro. Hay que estar juntos, para mirarnos en el espejo del baño ya muy viejos y poder sonreír entre arrugas. Para que las noches ya no sean tan frías, para que el café no sea tan dulce, para que el sol no queme tanto. Vamos a estar juntos. Aunque haya perdido muchas miradas en otros cuerpos frescos e insólitos aún tengo miradas para ti, para perderlas entre los tirantes de tu blusa, entre el horizonte que dibuja el borde de tu pantalón, entre el sol de tu abdomen. Aun tengo unas cuantas miradas que guarde en caso de emergencias. Hay que estar juntos siempre y nunca, para que podamos decirnos te amo, y si llega el momento odiarnos sin más remedio que la resignación. Hay que estar juntos durante un suspiro, hay que separarnos durante un suicidio, o dos, o tres. ¿A donde van las miradas cuando se pierden? Debe ser lindo ese lugar en el que las miradas perdidas se encuentran. Así nace el amor, cuando uno anda perdido: encuentra. Así nacimos nosotros; de dos miradas perdidas...

miércoles, 25 de septiembre de 2013

Acabe de leerte en tres días

Recorrí con la mirada cada letra que se dibujaba en tu vientre. Me sé tu historia de pies a cabeza. Leí tus besos, tus abrazos y caricias. Entendí tus olvidos. Resumí tus sonrisas. Con los dedos húmedos cambie cada pagina de tus ojos. Me se de memoria los capítulos de tu silueta, los acentos de tu esencia de azucenas. Pude descifrar entre lineas el bello poema de tu voz. Al final de cada pequeña historia un pequeño suspiro se me escapaba, eras tú ese suspiro. Yo también lloré -como muchos otros lectores- con el final que anunciaba tu ausencia. Extraño tus párrafos, tus diptongos, tus comas, tus mayúsculas, tus palabras graves. Acabe de leerte en tres días. Tú recuerdo es la mejor historia jamás narrada. Eres mi libro favorito.

Epitafio

Tengo sueño
pero no quiero dormir
quiero morir
para poder vivir
sin el recuerdo
de un mal sueño
por la mañana.

Aquí en la muerte
los poetas
dejan de ser poetas.
Son malos versos
en malas manos
en oídos sordos.



jueves, 19 de septiembre de 2013

Feliz cumpleaños




Es día de mi cumpleaños, no me gustan los regalos, ni las canciones, ni los discursos. Pero me hubiera gustado pasar este día contigo, ya sé que no hablamos, que el silencio nos desarma en cada encuentro casual. Me hubiera gustado tomar tu mano sin previo aviso para que de este modo una sonrisa asaltara tu rostro. Me hubiera gustado que mientras nos tomábamos ninguna palabra interviniera en este instante tan poético que es el de dos manos que se tocan, que se unen formando el signo de infinito; nunca podremos olvidarnos; lo siento. Después me hubiera gustado sentarme contigo, para que de pronto millones de preguntas sin respuesta me saltaran desde el vacío del ser. Me hubiera gustado tenerte un segundo, dos minutos, tres horas, o durante un pestañeo. Tomarte de la mano y sentarnos a ver como la tarde muere, morirnos en ella también. Me hubiera gustado que durante ese pestañeo la vida se olvidara de nosotros y nosotros de la vida. Digo, es un buen trato. Nadie jode a nadie. Seríamos felices. Me hubiera gustado morirme contigo durante un diminuto instante de olvido. Porque creo que morir a tu lado, es y hubiera sido, Un feliz cumpleaños.

lunes, 16 de septiembre de 2013

¿Qué soy?

¿Soy ateo si creo en tu mirada?
¿Si visito el templo de tu desnudez?
¿Si creo en el milagro del amor?
¿Seré creyente entonces?
¿Por creer en la justicia?
¿En la libertad, en la utopía, en las palabras?
¿Soy filosofo por preguntarme qué es la vida?
¿Soy loco por llevar una camisa de fuerza?
¿Soy poeta por escribir poesía?
¿Qué soy?
¿Acaso un idiota por pretender
ser tu alma gemela?
Supongo que sí...esas cosas no existen.

El momento

Nos hemos perdido. Ya lo nuestro no es nuestro. Juramos que nunca íbamos a olvidarnos, y veme aquí sacándote de mi cabeza por mis lagrimales. Así es el amor, uno lo siente el otro no, uno esta arriba y después abajo, uno va y viene, uno encuentra y uno pierde sentimientos en esta gran fiesta de almas incompletas. Sabía que iba a encontrarte, vos sos tan linda que aun sin conocerte, tu lóbrego recuerdo me tranquilizaba en las noches más solitarias de mi pasado. Supe que te encontraría, lo malo fue no saber que no te tendría. A lo mio ya no le llamo vida, le llamo muerte, ¿O cómo llamarle a esto que es vivir sin ti? Es tan difícil dejarte ir, porque vos sos vida, vos sos todo y sos nada, sos mi reflejo, sos mi utopía, mi sueño... No estés triste, si algún día por algún motivo me necesitas alza la vista al cielo, si algún día necesitas mi presencia búscame entre los poemas que te escribí , si algún día necesitas escapar de este mundo tan jodido y sumido en la mierda tan solo di mi nombre; sí, mi nombre te hará escapar, así de raro es el amor. Pero llegó el momento de decir adiós. Te quiero, te suspiro, te suicido. Voy a extrañarte vida mía, pero vos naciste para ser libre, para que solo en mi recuerdo pueda tener un pedazo de tu sublime existencia. Llego el momento...Adiós.

¿Sera verdad?

Siempre fui muy escéptico y hasta cierto punto agnóstico, pero entonces la conocí. De pequeño mi padre me contaba mitos griegos de un libro de pasta roja, ya viejo por cierto. Recuerdo el mito de Narciso, un hombre tan bello que se enamora de su reflejo, y es su belleza la causa de su muerte, siempre, aun cuando era niño, supe que esa y ninguna otra historia era real, tan solo mitos, historias inventadas. Como es posible que un hombre se enamorara así de la belleza y quedara atrapado por siempre bajo el manto cristalino de un lago, nunca pensé que esto fuera real hasta que miré por primera vez sus ojos azules y me vi reflejado, no sé si me enamoré del reflejo o de los ojos, pero lo cierto es que quede atrapado en ellos para siempre, pues al dormir lo único que imagino son esos ojos azules y dentro de las diminutas pupilas me veo a mi, preguntándome ¿Sera esto verdad?                          

sábado, 14 de septiembre de 2013

Morirme en vos


Quiero descifrarme en vos
besarte y saber quien soy
mirarte y mirarme
Se la camisa de fuerza
para este loco.

Se mis pensamientos
vuélvete poesía
triste y solitaria
Vuélvete recuerdos
dulces y amargos.

Conviértete en mi vida,
déjame disfrutarte
Se mi otoño
mi verano pero
nunca mi invierno.

Se mi muerte
pálida y oscura
hermoso enigma
Déjame morirme en vos
es que vos sos
tan linda
no encuentro
otro motivo para morir
sino es por el que me pronuncian tus brazos,
 y labios.
Dejame morirme en vos
aunque sea a un costado tuyo, pero
Dejame morirme en vos
o de vos
o por vos.



La vida no es color de rosa

"No puede ser que estemos aquí para no poder ser"
-Julio Cortázar.

Ahí está otra vez, sentada sobre el húmedo pasto de esta mañana tan fría. En sus labios lleva mi muerte, en sus ojos mi resurrección, en sus manos la creación. Ayer pude abrazarla, sentir sus huesos entre mis brazos, sentir como su aroma penetraba por cada poro de mi cuerpo para robarme la virginidad, sentir el roce de su piel con la mía. Ayer la tuve unos momentos y curiosamente su presencia se eternizo en mis manos, ahora cada vez que me froto los ojos es como si ella lo hiciera, es raro el amor ¿Cómo una persona puede vivir en la otra? Ayer la tuve, y al acercarse a mi oído pude escuchar un breve y conciso Adiós. Ahora la veo besando a ese tipo de lentes que no me parece nada agraciado, veo como le entrega una rosa muy roja. Yo solamente podía ofrecerle el último cigarrillo de mi cajetilla, tal vez por eso me abandono su cuerpo y su recuerdo aun me fastidia a ratos. La veo besándolo, sonriéndole, que puta es la vida.

Enciendo mi último cigarrillo, me la fumo a la distancia, la miro sin mirarla, la amo sin tenerla, ironías de la vida ¿no? Con mi mano en el aire trato de peinar el fleco de su cabello corto, pues el viento la despeino. Pero es él quien se lo acomoda, la verdad no me gusta como lo hizo, le quedo muy inclinado, a ella no le gusta así. No sé porque de niños nos hacen pensar que la vida es color de rosa cuando eso no es verdad. Los placeres causan tanto daño, como por ejemplo: el cigarro causa cáncer, el alcohol causa cirrosis, el sexo sida, los libros depresión, el sol cáncer de piel, la luna hombres lobo. Nada es color de rosa, y esto lo supe cuando tomé su mano por primera vez, recuerdo que llevaba la uñas pintadas de gris como la vida misma que nos hizo olvidarnos, como su mismo recuerdo que hace olvidarme, como el mismo tiempo que poco a poco me va borrando la sonrisa del rosto mientras mi último cigarrillo se consume junto a mi mirada que la mira sonrojarse ante la presencia de ese sujeto con lentes nada agraciado. La vida no es color de rosa, la vida es gris, como las uñas de su mano cuando la tomé por primera vez. La vida es corta como su cabello con fleco. La vida es hermosa como su linda presencia. La vida es pasajera como su vago recuerdo. De hecho su nombre rima con vida (Nidia). Creo que por eso me gusta tanto, por ser como la vida; gris e inalcanzable. 

Apagó mi cigarro, me paró de mi asiento y me propongo a ir a donde esta ella, quiero invitarla a salir otra vez. Con cada paso que doy la idea de invitarla a salir no me parece tan buena. Me detengo unos pasos delante de ella, pienso por unos momentos, regresó a mi asiento. Una mujer se me acerca y me ofrece el último cigarrillo de su cajetilla, lo acepto y se sienta junto a mí. No hay palabras entre nosotros, solo un gran silencio que nos une mediante el humo de nuestros cigarrillos, y de pronto nos volteamos a ver, nuestras miradas se juntan en medio del olor a tabaco quemado. Si la vida no es color de rosa no importa mucho, lo que importante es saber que somos el último cigarrillo de alguien más. Que solo tal vez, también somos su vida, gris e inalcanzable.

Narciso

La oscuridad de la habitación estaba interrumpida por una tenue luz roja que provenía del despertador. En el varios números rojos cambiaban con lentitud, dando hasta ahora las 6:45am como resultado. Entre la penumbra, una cama, en ella estaba recostado Narciso, no llevaba playera, su alborotado cabello castaño cubría su rostro, tenía una mano sobre su abdomen y la otra estirada a su costado izquierdo. Su pecho se inflaba a causa de su tranquila respiración. En su rostro se dibujaba una expresión de tranquilidad. Una sábana color verde cubría la parte de debajo de su abdomen, pasaron algunos minutos y una música muy insoportable comenzó a salir del pequeño rectángulo de números rojos.
Narciso se despertó de un sobresalto, estiro sus brazos y pies, dio vueltas sobre la cama, de su boca salían algunos gemidos de placer, su alma terminó de luchar contra su cuerpo y por fin se sentó al filo de la cama. Con una mano frotaba su sien mientras mantenía la mirada en el piso. Dejó pasar no más de un minuto y se paró impulsándose con sus manos. Se dirigió al baño, tomó su cepillo de dientes, le colocó un poco de pasta sabor yerba buena y frotó sus dientes con movimientos uniformes, con la otra mano, que le quedaba libre, se acomodaba los cabellos uno por uno, con una delicadeza enternecedora. Bebió un sorbo de agua y enjuago su boca. Se retiró los calzoncillos, desnudo, recorrió la habitación en busca de un short y una playera. Ya vestido, bajó las escaleras para entrar a la cocina, ahí se preparó una malteada con huevos y un polvo color crema. La bebió por completo sin parpadear, tan solo se escuchaba el ruido que provocaba el líquido bajando por su garganta a montones. Agarró una sudadera que se encontraba en la entrada, la vistió y salió de su casa. Corrió más de cuatro kilómetros hasta el gimnasio que suele visitar. Saludó al sujeto de la entrada del establecimiento que le proporciono una jeringa y un pequeño bote. Narciso entró a los vestidores, preparó la inyección, dejó salir unas cuantas gotas ante su mirada vigilante e introdujo todo el contenido en el muslo de su pierna derecha. De pronto una oleada de emociones golpeo el interior de Narciso, sus pupilas se dilataron, sus ojos se volvieron cristalinos, las venas de sus fornidos brazos de hincharon como serpientes, y un grito de furia salió de lo más profundo de su ser. Se levantó dejando la jeringa en el suelo, golpeó con furia los casilleros y salió como una locomotora. Mientras cargaba pesas su mirada estaba fija en el espejo, le encanta ver como sus bíceps se inflaban con cada repetición, le gusta sentir ese ardor en sus pectorales y ese temblor en sus piernas que le indican que todo el trabajo no ha sido en vano. Pero sobre todos los dolores musculares, lo que más le gusta es mirarse en el espejo para tratar de convencerse que no es tan flaco como él mismo piensa, que sus abdominales están perfectos, que sus tríceps no se encuentran flácidos, pero del otro lado, en el mundo tras el espejo nada es como lo pintan.
Por más que Narciso ejercita su cuerpo el espejo sigue brindándole la misma imagen de adolescente; débil, de baja estatura, lleno de acné… Narciso no soporta esa imagen y cada día se esfuerza más, hasta tal punto que ya varias veces muchos de sus músculos se han desgarrado, y unos han quedado inservibles. Después de más de dos horas de entrenamiento Narciso se retira del gimnasio y corre otros cuatro kilómetros para regresar a su casa, en donde va a comerse medio kilo de pollo y medio kilo de verduras, acompañado de dos litros de agua y un coctel de aminoácidos. Esta es la rutina diaria de Narciso…

De nuevo la misma oscuridad interrumpida por los mismos números rojos, pareciera que Narciso vive atrapado en el mismo tiempo, en su vida nada cambia: siempre el mismo sol, los mismos cuatro kilómetros, la misma malteada por la mañana, la misma sustancia que entra por su pierna y altera su cuerpo, la misma vigorexia, y lo que más le molesta; el mismo reflejo que desde el otro lado del espejo le deja ver su desdicha con una perfecta sonrisa. Pasan los minutos, el timbre del despertador suena, Narciso lo calla de un solo golpe, se pará  sin dificultad de la cama, de nuevo se dirige al baño, prendé las luces y se queda inmóvil ante la aparición de su reflejo. Él le sonríe como siempre, Narciso no mueve ningún musculo, y de pronto una furia le atraviesa los sesos, golpea tan fuerte el espejo que varios pedazos de cristal salen volando por todo el baño, la sangre recorre su antebrazo y justo en el codo se condensa para caer al piso en pequeñas gotas. El ruido que estas provocan al estrellarse y formar una corona perfecta en el piso enloquece a Narciso.

En su lucida locura tomó un cuchillo con el que mutilo cada uno de sus músculos. Volvió a mirarse en el espejo, esta vez en uno que se encontraba colgado en la sala de la casa. Por fin el reflejo era satisfactorio, sus grandes bíceps lucían como dos montañas, y que decir de sus pectorales o su abdomen, su apariencia era parecida al hombre de Vitrubio; Perfecto. Y esa perfección quedó para siempre atrapada en el espejo, como Narciso aquella vez que se miró en ese charco de agua, así quedo nuestro Narciso de la Vega, atrapado para siempre en su perfecta belleza, en su sublime muerte…

Soledad (Microrrelato)


"Cuidado con la tristeza. Es un vicio"
-Gustave Flaubert

Había una vez, en un reino muy lejano, escondido entre un bosque en el que el silencio habitaba las copas de los árboles, un hombre muy solitario. Su estado se debía a que su única acompañante murió décadas atrás de malaria. Este hombre solitario se hundió en una soledad que no tenía piedad por su débil cuerpo. Cierto día, por azares del destino, este hombre se encontró con un espejo, hace tiempo no veía uno. Al ponerlo sobre su rostro se puso a llorar, pues andaba tan solo que hasta de su reflejo se había despojado. 

El que persevera alcanza

Esta es la historia de un hombre sin nombre. Este sujeto se encuentra atado a las vías del tren, los motivos los desconoce. Sabe que su vida corre un gran peligro, por más que lucha para zafarse las cuerdas no logra nada. El tren se acerca a una gran velocidad; humeante y despiadado, con el objetivo de quitarle la vida a este sujeto. A la mente del desconocido vienen unas palabras que no recuerda donde las escucho. Entonces cuando el tren está a punto de pasar por encima de él, cierra los ojos y su cuerpo se vuelve rígido; parecido a una tabla de bronce. El tren pasa sin causarle daño alguno, las cuerdas se rompen con el impacto. El sujeto se levanta, y sin alteraciones se va caminando. No podía recordar como llego a estar en aquella situación, pero estaba agradecido por la nueva oportunidad que se le daba.

sábado, 7 de septiembre de 2013

Los versos perdidos


Entre papeles arrugados,
lagunas mentales,
parpados cerrados,
cigarrillos consumidos
y licor barato he extraviado
varios versos que hablaban de ti.

El viento nunca nos regresó lo que se llevó
¿Será él, el gran injusto?
¿Será olvido, ausencia, nostalgia?
¿Es el viento el culpable
de tantos corazones rotos, cabezas agujeradas,
camas vacías, gobiernos injustos,
sueños reprimidos,
amores desechables?

La vida es un verso perdido,
el amor, un verso perdido,
el suspiro, un verso perdido,
el beso, un verso perdido,
El único verso perdido que tarde o temprano
nos encuentra o encontramos
es la muerte. Así es ella;
cómplice callada del viento.
Yo todavía tengo la tonta esperanza
de que algún día
los versos perdidos sean encontrados.
Que un día cualquiera,
de un mes cualquiera,
a una hora cualquiera,
el viento nos regresé algo más
que solo muerte.



De los olvidos y de los encuentros, y algunos recuerdos



Entre el bullicio de las calles me he puesto a recordarte, y de pronto una sensación, parecida a la muerte, me recorrió de arriba abajo al darme cuenta de que ya no podía recordarte. Nunca pensé que mi memoria fuera a olvidar el color de tus ojos, la suavidad de tu piel, el olor de tu cabello, la blancura de tu sonrisa, la simpleza de tu risa. Pero pasó lo imposible; te olvide. Supongo que así es el olvido, quiero pensar que desde que tu mano y mi mano se tocaron por primera vez; ya estábamos destinados a ser olvido, recuerdos impregnados en el libro de la perpetua ausencia, desde siempre y para siempre, fuimos y seremos nada. Nacimos para olvidarnos, para solo tener un vago recuerdo de nuestra existencia. El olvido es una persona, mujer preferiblemente. Los recuerdos son quimeras malabaristas que caminan por la delgada cuerda de la razón, sin recuerdos seríamos apenas un cuerpo vacío, sin amor ni cuerpo ni vacío, pero sin olvido, si el olvido no existiera, habría más cementerios que cines, más funerarias que florerías.

El amor se mide en olvidos, los recuerdos en nostalgias, las ausencias en suicidios, y los encuentros en destinos. Si Dios pudo olvidar a los hombres, no me explico esta sensación tortuosa que siento al saber que ya te he olvidado. Ya estoy harto de las lágrimas que manchan mi almohada, que me ahogan los ojos, que me destiñen el alma. Harto de aprisionar tu recuerdo entre mis dedos, de encerrarte en una hoja de papel entre los barrotes de mis versos; y es que la memoria la tengo en las manos, en los dedos que recorrieron más de una vez tu espalda. Las manos de un poeta son su memoria, su olvido y su encuentro con uno mismo. Es cierto; el olvido no existe, también es verdad que el olvido está lleno de memoria, pero los recuerdos se diluyen entre fuentes y fuentes de tristeza. Ya no te recuerdo, aun no te olvido.

Después del olvido viene la soledad, después de la soledad vienen los encuentros. Por fin la encontré, lo hice un día cualquiera, uno en el que me levante con pesadez, un día en el que hacía mucho frío. La encontré con el cabello corto, la nariz redonda, con los ojos llenos de esperanza, la encontré fuerte, orgullosa, risueña. Digamos que la encontré como debía encontrarla; no perfecta, pero esa no perfección era la que la hacía mejor a la mujer perfecta; la hacía real. Y aunque tal vez llegué el día en que tendremos que olvidarnos, en el que tendremos que marcharnos lejos, en el que nos encontremos con alguien más que no sea ella, que no sea yo. Aunque llegue el día en que no pueda recordarla, en el que la soledad me aprisioné, siempre en medio de su ausencia, ahí donde el olvido tiene memoria, donde la soledad tiene compañía, ahí voy a sentarme a recordarla.


Y cada vez que la superstición me asalta mi único deseo es que vos no me olvides, que me recuerdes algún día cualquiera en el que haga mucho frío. Porque entre los olvidos, los encuentros y algunos recuerdos siempre estaré yo, tal vez bañado en lágrimas, tal vez ya muy viejo, tal vez ya loco, tal vez ya muerto, pero estaré…y estaré tratando de no olvidarte y aunque el demasiado tarde me alcancé, estaré esperándote. 

martes, 3 de septiembre de 2013

Partículas

Ahora que estoy sentado con un vaso atiborrado de vodka frente a mí lo entiendo todo. Te veo bailar al ritmo de una música que me molesta, los hombres te rodean, tratan de llevarte el paso. Por mi parte me limito a observarte desde una silla. Sentado en medio de una fiesta es cuando me di cuenta de todo.
Me di cuenta de la importancia de las partículas. Los pequeños momentos de felicidad que nos invaden. Todas las partículas, los pequeños momentos, los fugaces instantes de felicidad en nuestra vida, son los que nos hacen pensar que estar vivos aun vale la pena. El instante en que la lluvia toca nuestros hombros, en que dos lenguas se tocan, en que dos manos se acarician. El momento justo en el que un hombre y una mujer se dicen te amo al mismo tiempo, el momento en que dos miradas se cruzan por casualidad y acaban siendo una por la eternidad. La felicidad sólo la podemos encontrar el partículas, lapsos pequeñísimos son los que traen vivacidad a nuestra existencia.
¿Cuánto dura un beso? ¿Cuánto dura el amor eterno? ¿Cuánto un hombre y una mujer haciendo el amor? ¿Cuánto dura un orgasmo? ¿Cuánto dura una eyaculación? ¿Cuánto dura la borrachera? ¿Cuánto duran los recuerdos revividos en una noche oscura? ¿Cuánto dura una noche oscura? ¿Cuánto dura una sonrisa? ¿Cuánto dura la vida? ¿Cuánto dura un cigarrillo? ¿Cuánto dura una hoja en blanco cuando tenemos el alma llena de pasiones? ¿Cuánto nos tardamos en leer un libro? ¿En escribir un libro? ¿En sentir un libro? ¿Cuánto dura la soledad?, un instante. Las partículas de felicidad son lo más hermoso que podremos encontrar en el camino, cualquiera que sea que recorramos. Lo fugaz es sublime, lo eterno se vuelve rutina y la rutina nunca es buena, la rutina es una forma muy dolorosa de morir, una tortura que a veces nos gusta sufrir. Es por eso que siempre debemos buscar a las partículas, nunca debemos buscar el todo, los fragmentos del todo producen un éxtasis mayor a tener el todo. Dándole tragos a mí vaso de vodka me di cuenta de eso.
La felicidad la he encontrado en pequeños fragmentos. Los pedacitos de papel doblados en forma de corazón que me daba mi novia en la secundaria, los caballitos de tequila con mis amigos, los cigarrillos a escondidas, el primer beso, la primera vez, el primer olvido, una buena nota en la escuela, una buena platica con un desconocido, todo esto lo he encontrado en pequeñas dosis, momentos que duran segundos. Y digo segundos porque cuando algo nos agrada, las horas se desvanecen rápidamente, es como querer sostener agua entre tus manos, se escurre enseguida. No podemos retener la felicidad en nuestra vida, estamos condenados a ver como se nos escurre entre las manos. Amor, éxito, sexo, literatura, cigarrillos, licor, amigos, familia, novia, novio, esposa y esposo, todo esto se nos escurre, se nos va, regresa al torrente de agua, regresa para seguir su curso, se nos escapa. Pero ese sentimiento que experimentamos cuando los tenemos nadie es capaz de quitárnoslos, ni el tiempo, ni la muerte, ni la vida y esto es, porque al contrario de los que muchos piensan, lo fugaz es eterno, el recuerdo de un instante de felicidad es imborrable, se queda con nosotros, se vuelve parte de nosotros.
Yo te veo bailar, veo cómo te recoges el cabello, me miras sentado con un vaso de vodka, me guiñas con tu ojo derecho, apenas y puedes, nunca fuiste muy buena haciendo eso. Los hombres se te acercan pero eres difícil de tener, de entender, de dominar, todos los que se aproximan a ti, no pueden contigo, con tu libertad, tu franqueza, tu dureza. Mi vaso de licor se acabó muy rápido, entonces me doy cuenta de que mi vida está llena de partículas.
¿Cuánto dura un amanecer? ¿Cuánto durara la música tan molesta que bailas? ¿Cuánto dura el deseo? ¿Cuánto dura la justicia? ¿Cuánto dura una crucifixión? ¿Cuánto dura el llanto? ¿Cuánto durara Dios? ¿Cuánto duraras tú?, me pregunto, un instante, me contesto. Pido que me sirvan otro vaso, pero lo miro, sé que durara un instante únicamente. Tú me ves, me invitas a bailar, yo acepto, dejo mi vaso en el suelo, bailamos como lo hacen dos jóvenes, la música se acaba, la gente se disipa de la pista de baile, nos miramos, nos reconocemos con la mirada, nos besamos y abrazamos con ella también.
Mirándonos nos dimos cuenta que el baile duro unos pocos momentos, besándonos nos dimos cuenta que nuestras carnes se tocaron por poco tiempo, tomándonos de la mano nos dimos cuenta que hemos estados juntos sólo un instante, amándonos nos dimos cuenta que la felicidad dura muy poco, que la vida es una partícula de buenos y malos momentos, de tristeza y felicidad, de concurrencia y soledad. Nos dimos cuenta, mientras nos amábamos, que ya nos habíamos encontrado antes, en pedazos, en momentos, en instantes, en partículas…

Pues todo lo bueno dura solo un poco y se encuentra en pedacitos de eternidad.

Crepúsculo rojo de tus ojos

Tus ojos son mi sombra,
tu presencia mi recóndito temor.
te alzas por detrás de mi
oscura, silenciosa y profunda
tan cerca y tan lejos de Dios,
ambos padecemos de hambruna;
no queremos devorar, consumir, desgastar,
matarnos.

Tienes sed,
lame mis lágrimas mujer,
sombra y cándido suspiro.
Estamos cansados; exhaustos de la vida,
de los cigarrillos y del sexo
¡ven! recargate sobre mi hombro
bosteza, lagrimea un poco...
sueña. 

Estamos sin palabras
ya las hemos gastado todas
"crepúsculo rojo de tus ojos"
fueron las últimas que me quedaban, y 
¿a ti? ¿qué te queda?
¿colillas de cigarro, botellas vacías,
almas extraviadas, corazones rotos?
entonces dijiste Adiós y yo supe
que querías decir
te quiero.