Y
estábamos ahí sentados en el pasto, estaba el sol cayendo en nuestras espaldas.
De pronto yo te abracé y caímos juntos en el mantel rojo donde estábamos
comiendo. Nos reímos un rato y nos quedamos el uno al lado de otro, boca
arriba, observando las nubes que daban un concierto solo para nosotros. Estábamos
sonriendo y recuerdo que me dijiste fuimonos y yo me reí, y te dije es juimonos
no fuimonos, reímos porque era absurdo,
porque no sabíamos nada de la vida, tú te estabas muriendo de cáncer y yo me moría
de verte morir. Recuerdo como sonreías aquel día que decidimos hacer un picnic,
llevar un poco de fruta y un poco de vino, un poco de vida. Me acuerdo que
bailabas sin ritmo y yo aplaudía como mono. Estábamos siendo magia, yo el abra
y tú el cadabra. Tú eras como el conejo y yo el sombrero, tú estabas dentro de
mí. Pero dentro de ti estaban esas células podridas, cancerígenas, y tu cabello
ya se había esfumado con el viento como cuando un niño sopla por primera vez un
diente de león. Y cuando estabas en la cama del hospital con todos esos tubos quitándote
la vida, tú llorabas porque no te querías morir y yo lloraba porque te ibas a
morir. Y recuerdo muy bien cuando te moriste porque me dijiste fuimonos y te
fuiste. Pero a veces sonrió porque te juiste con una sonrisa, y a veces te veo
en mis sueños muerta pero sonriendo.
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