domingo, 14 de septiembre de 2014

La transición de los poetas

*Poema Visión de la locura



Hay locos de Manicomio,
        locos de Edificio,
                    de Calle,
                      de Estupidez.

Hay locos cuerdos,
        locos de pacotilla,
        locos de atar,
        locos de corbata,
Hay locos de escritorio
                   de pluma y de papel
                     de poesía,
                       de “¡sí señor suboficial!”

En este mundo hay locos en cada esquina
                                           en cada restaurante y
                                                 oficina.

Estás loco si sonríes al oler una flor
           estás loco si caminas en reversa.
Se está loco a las doce de la madrugada,
            se está ebrio y tumbado también.
La yuxtaposición del objeto de estudio:
                             es uno mismo.
                                  Sonríe.
                   Prozac. Paxil. Celexa. Luxov. Zoloft.
Pastillas que no te dejan dormir,
                    pegar la pestaña.
Hay locos de ensueño, los he visto.

Hay locos de mierda,
locos sin sentido,
locos de origami.
Hay locos de escaparate,
de burro y escudo,
de molinos gigantes
de vida y de muerte,
de destino y de azar.

El mundo está lleno de locos,
de fantasías, ¿hasta qué punto se puede comprobar la realidad?
La irrealidad pasa a ser la extensión de la insatisfacción de la existencia,
el reino de Oz,
el País de las Maravillas.
Hay locos de mierda
         locos poetas,
          locos premio Nobel
                    locos sonrisas inconclusas.
           
Nos transportamos del Siglo de las Luces
                     al retrograda ocaso de la conciencia .

En Indonesia había un hombre que no tenía sueños,
Se suicidó al medio día y por fin pudo soñar.

Existen las personas que ven el futuro en las manos,
en el café, en el iris, en una bola de cristal, en la baraja del tarot,
con los ojos cerrados, con arrugas en la frente, con micrófonos en tu casa, con poder divino.
Locos de Mierda.

¿Hasta donde el milagro se junta con la ilusión o hasta qué punto la visión divina se convierte en esquizofrenia?
¿La poesía se mide en suspiros?
    Los poetas se cuentan en suicidios.
   
Hay locos de amor
        locos de soledad
        locos nada más.

Hay, y yo los he visto,
             Locos voladores no identificados.

¿Hasta qué punto el psiquiatra sigue siendo el sanador?
¿Hasta qué punto el loco sigue siendo el paciente, objeto de estudio?

Y lo que es más importante ¿hasta qué punto el loco pasa de ser ese objeto de estudio a ser el objeto analizador y catalizador de una sociedad que ante sus ojos no es más que una colmena de locos de mierda encerrados en la Histeria de las Masas?

                   En este mundo hay locos de mierda y algo más… ¿?




Posiblemente.

La posibilidad del objeto.

Pequeño inconveniente

*Poema visión de lo inesperado




Nunca se está preparado 
para el fulminante disparo de la casualidad,
para la belleza de la eventualidad.
Lo que quiero decir es que:
¡nunca se está preparado para el amor!
Para el beso o el abrazo reconstruido,
porque el amor 
es solamente un intento.
es solamente eso.
Un intento de reconstruir el pasado.
La continuidad de las relaciones antecesoras.
Solo se ama a una mujer, 
 las siguientes,
únicamente son una extensión aural y corporal.
Digamos así: el beso que le diste a Mariana
continua en la saliva de Luz y se expande en el
   pequeño mordisco de Ana Lucia.
El abrazo que le diste a Silvana se prolonga
hasta la espalda de Roció y la
respiración entre cortada de Carlota.
Y esa mirada, que bien puede ser llamada:
“Amor a primera vista”
sigue y sigue más allá de todos los objetos,
de todas las líneas horizontales y perpendiculares que dibujan los cuerpos.
 Se dice, con gran acierto, que esa mirada se esparce,
  y
por eso es que María, Daniela e Isabel 
han sido tus amores a primera vista.

El amor es un pasadizo.
Un tobogán interminable de emociones.
Un ciclo que se repite, es la danza interminable.
Los gestos que habitan el amor son todos iguales.
No varían, se vuelven monótonos
se muestran repetitivos.
Es así:
Se llevan flores, se va al cinema, se conocen a los padres
de la víctima o del victimario. Se hace el amor,
se besa, se abraza.
Te quiero. Te amo. Me encantas. Te extraño. Perdón. No puedo vivir sin ti. Adiós. Muerte. Fin.
El amor es un acto de repetición,
repetición al infinito hasta el aburrimiento,
y nadie nos prepara.
Uno nunca está preparado
para el comienzo y mucho menos para el final.
La aparición se presenta sin buscarla.
La desaparición llega sin esperarla.
Cuando el amor se acaba, 
y créanme que se acaba, 
todo parece estar jodido. 
Pareciera que uno quiere reventar. 
Explotar. Estallar. Implosionar. Llorar. Caer. Suicidio. Muerte.
Todo es confuso, 
por ser educado, 
 y no decir que todo está vuelto una mierda. 
Cuando el amor se acaba, 
y créanme que se acaba,
Uno trata de hablarlo o al menos lo intenta,
pero al escuchar el insistente adiós...
 Uno termina por romperse. Se fragmenta.
       Se hace pedacitos.
              Truena el corazón,
              truenan las clavículas
              los ojos se rompen
              se divide el alma
                            se parten los labios
                             la piel
                             los dedos
                             las uñas
                             la mugre debajo de las uñas
                             Se desintegra cada átomo de nuestro cuerpo
               y se desintegran por los siglos de los siglos.
                      Ya al final
                           se fragmenta el individuo.
se nos olvida nuestro nombre, cada letra se desaparece.
                   y terminamos dudando hasta de nuestras propias creencias.
          Sin duda uno no está preparado, y
                           nunca lo estará.

El amor es una cosa espontanea.
                   Enamóranos, nos lleva un par de segundos
                               y 
                        es inevitable.
                   El amor pide todo.
Pide boca, pide palabra, pide pan, pide vino.
                El amor pide y pide
           y   uno nunca está preparado para
                       dar y dar,
   para consumirse en el reflejo que te
             proporciona el otro.
El espejismo del amor, en el oasis del cuerpo.


Nunca se ésta preparado
para salir a media noche 
y enfrentarte a la incesante lluvia que te moja
hasta las entrañas.
No se está preparado
para llevar una flor entre las manos,
metáfora hermosísima de la última voluntad.
No se está preparado
para la palabra que atraviesa tu garganta.
Nunca se ésta preparado para salir corriendo
hasta casa de Melina,
tocar la puerta, verla salir al otro lado del umbral
tan lejos de ti, tan lejos de tu cuerpo, ese que alguna vez tocó
e incendio más de una vez con sus incesantes caricias.
El paraíso en llamas.
No se ésta preparado para verla alborotada, 
con la cabellera desordenada, 
danza frenética del sueño interrumpido.
Sus ojos entreabiertos, su gesto de cansancio y hartazgo. 
No se ésta preparado para obsequiarle la flor,
decirle te quiero y sentir una
pedrada de regreso.
Nunca se ésta preparado para el incesante ¡NO!
que sale de golpe de los labios de Melina,
un incesante ¡No!
tan incesante como la lluvia,
tan incesante como el adiós,
tan incesante como el inevitable llanto,
tan incesante como las noches de insomnio. 
Uno nunca ésta preparado para
marcharse de casa de Melina,
Mojado. Jodido. Confundido. Muerte. Fin.
Confusión que viene del no saber si la humedad de tu cuerpo se debe
a la lluvia del cielo o a la lluvia de tus ojos.
Nunca lo vas a saber.

Nunca estas preparado para mirarla de lejos
acariciándose la cabellera con la mano derecha,
haciendo círculos con su dedo que se enrolla es un mechón de cabello.
Nunca estas preparado para verla sonreír por cualquier tontería.
No se ésta preparado para verla caminar orgullosa por los pasillos de la Universidad,
definitivamente, 
nunca se ésta preparado para ver su mano entrelazada en otra mano
que no es la tuya, que no será la tuya.
No se ésta preparado para verla con un pendejo, 
uno de esos chicos que no saben de qué hablar
más que del partido de anoche.
No estás preparado para ver como la desperdician
en habitaciones de moteles baratos, en besos desechables.
No éstas preparado y nunca lo estarás.
No estás preparado para el cigarrillo que te mata,
para el alcohol que te enferma,
para la bala que te atraviesa,
para los llantos y los sepelios.
No éstas preparado para empezar de cero; que mentira tan grande es esa,
como si se pudiera decir, gritar a los cuatro vientos:
¡Venga el abrazo! 
¡Venga el beso! 
¡Venga la casualidad de enamorarnos!
Pero en un intento por empezar de cero
  regresas al último lugar en dónde estuvieron juntos. 
       para tratar de recordar... de “sanar”. 
Para tratar de recolectar tus pedazos,
             Te buscas, para tratar, estúpidamente,
reconstruirte.
Y una vez que te encuentras y estás todo unido con cinta adhesiva
    te das cuenta que nadie nunca te prepara
  para volverla a ver.
                          Sentada. Solitaria. Calmada. Muerte. Fin.
           Y como sabes que nunca estarás preparado…
               tus fragmentos se fragmentan, reduciéndote a la nada.
                     Te conviertes en un estúpido e incesante intento de empezar de cero.

Uno nunca ésta preparado para sostener el revolver en la quijada o
la navaja en la muñeca.
Es una estupidez… ni mencionarlo siquiera.
Uno no ésta preparado para el amor, mucho menos para la para la muerte platónica;
lo digo así
porque al igual que existe el amor platónico
            hay la muerte platónica.
                   “Morir de amor”
                                    sería lo platónico en la muerte,
pero es cierto, comprobable hasta cierto punto,
      que nadie muere de amor,  
             y que triste
                    porque se puede morir
de decepción
de vació
de soledad
de guerra
de bala
de cuchilladas
de violación
de desaparición forzada
de deuda
de vergüenza
de hambre
de ganas
de feminicidio
de homicidio culposo
de risa
de envidia
de rabia
se puede morir incluso
de aburrimiento,
pero jamás de amor.
Simplemente no se puede,
 me es inconcebible pensar en
mirar el obituario y leer:
“José Martínez, muerto en accidente automovilístico.
Manuel Acuña, falleció por los besos que no dio”
No...
no lo puedo ni imaginar.
Nadie muere de amor.


El amor nos reduce a esto:
a una larga lista de no-preparaciones,
de incertidumbre y nostalgias de procesión.
Una lista interminable de defectos. 
Fallas. Errores. Excusas. Muerte. Fin.
El amor es 
              una guarida de conejo
                            por la que caes y caes sin
                                     estar preparado para la caída.

Nunca estas preparado para encontrarte repentinamente frente a Melina.
Sentir como su mirada se incrusta en tu pecho
y aún después de años tener esas infantiles mariposas en el estómago.
Preguntarle sin remedio
si quisiera visitar el Zoológico contigo.
Nunca se ésta preparado para el sorpresivo ¡SÍ!
para volver a tomar su mano,
para retratarse junto a los rinocerontes,
junto al tigre de bengala.
No se ésta preparado para ese momento
en que Melina te propina un beso de conmoción,
 se te acerca al oído y te susurra:
“como te extrañe hijo de puta”
Y Finalmente te das cuenta, 

con tristeza o alegría,
que, sin duda, uno nunca ésta preparado
para

            vivir.