miércoles, 31 de julio de 2013
Que mala costumbre
Que mala costumbre la de pensar que cada mujer que se cruza en mi camino es la indicada. Que mala costumbre es salir para tratar de encontrarte en una de las ciudades más grandes del mundo. Que mala, y lo digo de verdad, que mala costumbre es esta que tengo, de revivir tu recuerdo cada tres días. Después de todo ya tengo experiencia con los resucitados; se esfuman entre nubes y cielos azules.
El harén de medianoche
Me
encontraba soñando, no recuerdo el sueño; bueno trato de no hacerlo porque
soñaba contigo. De repente sentí como la saliva se me escurría hacia los
pulmones, trate de respirar, no pude, me ahogaba con mi saliva o era la tuya o
eran los húmedos recuerdos de la noche. No lo sé. Pude despertar vivo. Me sentía
como después de una noche de tragos, débil, somnoliento y con nauseas. Mi piel
estaba pegada a las sabanas por el sudor de mi cuerpo. Los grillos acababan de
fastidiarme con sus estruendosas patitas, estos animalitos solo lo hacen cuando
tratan de aparearse. Es un llamado al amor. Me recuerdan a mí antes de dormir,
yo también muevo mis patitas, ¿será porque sé que es de noche, y trato de
llamarte a por lo menos hacer el amor entre sueños, lagañas y desvelos?
Entre
tanto pensar en los grillos del jardín, me olvide de lo que quería hacer, ver
la hora; era eso. Quite el ruido de mi cabeza, aun acostado, extendí la mano
para buscar mi móvil, tiré algunas cosas del mueble, entre ellas un vaso de
agua y una foto amarillenta por el tiempo; en donde aparecemos tú y yo. Tú ya
casi no te ves, el tiempo se ha encargado de irte borrando, te has vuelto
amarilla y desabrida, te has convertido al color del olvido ¿De qué color te estaré
pensando ahora? La pantalla del celular brillaba mucho, al llevar el resplandor
a mi cara sentí que los ojos se me quemaban, los cerré de inmediato, aventé el teléfono
al piso. Me levante de la cama y prendí las luces de la alcoba. De regreso a la
cama le puse un pisotón al móvil, detuve mis manos que sobaban mis ojos. La luz
ya era un poco más soportable; las 0:00 decía el reloj del teléfono. Qué raro
me resultaba esto, no había tiempo, al parecer se agotó, se fue o no quiso más
contar los minutos de una vida detestable. Me puse a pensar en la hora, en lo
que pasaba en estos momentos. Nada pasaba, no se escuchaban los grillos, ni las
molestas voces del televisor, ni tu nombre en mi cabeza. Me gustaría vivir en
las 0:00 por siempre, que bonito seria vivir sin tiempo.
Me
mostraba tan eufórico por mi descubrimiento que me levante con el motivo de
escribir aunque fuera mi nombre; todo era tan distinto a medianoche que pensé que
mi nombre pudiera ser otro. A lo mejor, y a esta hora podía llamarme: Elías,
Oscar, Soledad o Irene. Tenía el poder de ser quien quisiera, de llamarme como
prefiriera, de no llamarme, de no ser, si lo quería. Decidí ser y llamarme para
contarles esto. En el escritorio de mi cuarto había unas cuantas hojas blancas
garabateadas, estaba escribiendo una novela. Una taza de café, muy frío ya,
sujetaba las páginas para que no se volaran con un vientecillo entrometido,
pero a esta hora sin tiempo no hay viento. Retire la taza de café que dejo una mancha
oscura en una de las hojas. Le di un sorbo a mi bebida, un café frío nunca es
bueno, es como hacer el amor con calcetines; no le veo el sentido. Deje la taza
en el piso, saque punta a unos de mis lápices, no me gusta escribir con bolígrafo,
me equivoco muy seguido, se torna irritante estar poniendo corrector a cada
segundo, prefiero borrar, aunque debo confesar que las basurillas de la goma me
molestan mucho, se me hacen insoportables y abstinentes. Por más que les soplo
y las aviento a un lado siempre regresan, o se quedan entre el espiral de los
cuaderno, casi, casi, como tu presencia, que se me ha quedado entre las
costillas y los parpados.
Empecé
a escribir un poco, unas cuantas frases, nunca acabaron de convencerme, las
borré. Hice otro intento, ahora me decidí a escribir un pensamiento, también
falle en eso. Por último quise escribir un poema, pero en eso sí que soy pésimo.
Deje de intentar por un momento, como no había tiempo, digamos que por un
suspiro y dos ausencias deje de escribir.
En
mi cabeza trataba de visualizar algunas palabras que fueran dignas de este
papelito manchado de café. Escribí la palabra harén, y tu nombre como unas
cincuenta veces. Me retire del escritorio al ver que no podía escribir nada
bueno, algo que valiera la pena. Al caminar hacia el interruptor, con el afán
de apagar las luces, que se hallaba cerca de la puerta, un calor húmedo se formó
en mi espalda. Mi cara escurría de sudor al poco tiempo, me di la vuelta. El
escritor había desaparecido, en su lugar estaba un poso cuadrado del cual salía
vapor, mucho vapor. Regrese la mirada al interruptor, que para mi sorpresa ya
no existía, tampoco la puerta, en vez de ello había una cortina muy delgada
pero detrás de ella solo podía apreciarse una oscuridad temeraria.
De
golpe apareciste unas cincuenta veces. Estabas desnuda, vestida, mojando tu
cabello con un perfume de azucenas, besándote contigo misma, bailando la danza
de los siete velos, comiendo una manzana, sonando unos cascabeles con tus
muecas, masturbándote, mirándote en un espejo. Te encontrabas en la noche
buscando tu reflejo en la luna. Estabas en todos lados, haciendo todas las
cosas. Estabas aquí, allá, por acá, encima de mí, a un costado y acostada
también. Me puse a temblar, y no de nervios, ¡de miedo! Ya era bastante
contigo, ahora, tener cincuenta como tú era gravísimo. Si tu solo recuerdo me ponía
a morir y a renegar la vida ¿Qué sería de mí con cincuenta recuerdos tuyos en
mi cabeza? No lo quiero ni imaginar.
lunes, 29 de julio de 2013
Poesía o Melancolía
Policía o soldado,
político o mendigo,
poesía o melancolía,
¿Tú o ella?,
¿Yo o tú?, yo a lo mejor. Aunque a todas horas
en mis recuerdos, en mis olvidos, y
en mis ausencias
siempre seas tú.
Poesía o melancolía,
besos o disparos,
miradas o temblores,
todo eres tú:
Tú, poesía melancólica entre cafés.
Tú, besos que se sienten como disparos a sangre fría.
Tú, miradas que me producen temblores, desmayos y demás cursilerias.
Tú, poesía, Yo poeta; Nosotros el poema que el poeta
jamás escribió.
Para ser precisos
Me la paso imaginando,
para ser precisos: imaginando-te.
Porque desde que te fuiste no he parado de soñarte,
de escribirte por las noches, ahí tu recuerdo esta fresco,
más oscuro, más vivo, más mio.
Me la paso pensado,
para ser precisos: pensando-te. En desorden
sin pausas, ni sonrisas,
al derecho y al revés.
Te pienso y me dueles, no te pienso y me duele tu ausencia.
¿me entiendes?
Te confieso, con mucha tristeza,
que estos últimos días he estando olvidando cosas insignificantes, no te ofendas,
pero para ser precisos: olvidando-te. A silencios,
a gritos,
con los ojos, con las manos, con la nariz y
con la lengua. No he podido olvidarte con la piel, me es imposible,
para ser precisos esta piel siempre ha sido tuya, aunque no la quieras ya,
es tuya, no por decisión mía, si no por decisión tuya; tú no has dejado
de acariciar esta piel tuya, que es mía, con el abismo de tu recuerdo.
para ser precisos: imaginando-te.
Porque desde que te fuiste no he parado de soñarte,
de escribirte por las noches, ahí tu recuerdo esta fresco,
más oscuro, más vivo, más mio.
Me la paso pensado,
para ser precisos: pensando-te. En desorden
sin pausas, ni sonrisas,
al derecho y al revés.
Te pienso y me dueles, no te pienso y me duele tu ausencia.
¿me entiendes?
Te confieso, con mucha tristeza,
que estos últimos días he estando olvidando cosas insignificantes, no te ofendas,
pero para ser precisos: olvidando-te. A silencios,
a gritos,
con los ojos, con las manos, con la nariz y
con la lengua. No he podido olvidarte con la piel, me es imposible,
para ser precisos esta piel siempre ha sido tuya, aunque no la quieras ya,
es tuya, no por decisión mía, si no por decisión tuya; tú no has dejado
de acariciar esta piel tuya, que es mía, con el abismo de tu recuerdo.
Patologías del amor
1
Ellos se toman de la mano.
Ella lleva una máscara en el rostro.
Él sostiene un cuchillo en su mano derecha.
Sonríen a la cámara.
2
Viceversa...
3
Ella esta acostada sobre un diván.
Él en una silla toma nota.
Ella habla.
Él pretende escuchar y simula entenderla.
4
Viceversa,
a excepción de que él habla, y
ella si escucha.
5
Él sostiene el cuchillo en la garganta de ella.
Ella esta de rodillas frente a él.
6
Viceversa,
a excepción de que ella
sí lo ha degollado.
7
Él se encuentra frente a un espejo;
no se puede reconocer.
Él llora en un rincón tratando de deshacerse de ella,
del recuerdo que dejo en sus ojos.
Él piensa que llorando va a olvidarla, pero sus lagrimas extrañan el hombro de ella,
él recuerda en vez de olvidar.
8
Viceversa,
a excepción de que ella
sí lo olvida.
9
Ella toma de la mano a otro él.
10
No hay viceversa.
Aquí no existe similitud alguna,
no hay excepciones, no existió olvido para él, no existió otra para él.
Aquí no existe él, existen ellos en la mente de él.
Él se queda con los recuerdos que parecen más muertos que vivos.
11
Él se muere con el recuerdo de ella entre las manos, entre los ojos, entre el sexo, entre el alma, entre el suspiro, entre su costilla izquierda.
Entre suspiros él se muere entre recuerdos que se rencuentran en la tierra del olvido.
12
Ella vive sin recordar porque él se murió con su recuerdo entre las manos.
Manos que susurraban su nombre, que reclamaban caricias perdidas, manos que al tocarla tocaban el infierno, la muerte, el olvido, la condena perpetua del amor.
Manos de él para ella, caricias sin tacto, lóbregos recuerdos de ella para él.
13
Viernes.
El otro él viste una máscara.
Ella un vestido de flores.
El otro él le sonríe a ella.
Ella le responde, y se da cuenta que en su sonrisa llevaba aun el recuerdo de él,
el que se murió con los recuerdos entre las manos.
Sonrisa de ella para el otro él. Recuerdos que ella trato de olvidar, pero el fantasma de un beso no se extingue, ni con ajo, ni con limpias, ni con crucifijos, ni rosarios. El fantasma de un beso no se desmorona como los recuerdos de una sutil vida entre dos amantes, no se olvida, no se borra, se recuerda y uno se resigna. Ella se somete al recuerdo, al beso que él olvido en los labios de ella, ese beso que no se olvida no es el primero, si no el último, porque este encierra las promesas inconclusas.
Ellos se toman de la mano.
Ella lleva una máscara en el rostro.
Él sostiene un cuchillo en su mano derecha.
Sonríen a la cámara.
2
Viceversa...
3
Ella esta acostada sobre un diván.
Él en una silla toma nota.
Ella habla.
Él pretende escuchar y simula entenderla.
4
Viceversa,
a excepción de que él habla, y
ella si escucha.
5
Él sostiene el cuchillo en la garganta de ella.
Ella esta de rodillas frente a él.
6
Viceversa,
a excepción de que ella
sí lo ha degollado.
7
Él se encuentra frente a un espejo;
no se puede reconocer.
Él llora en un rincón tratando de deshacerse de ella,
del recuerdo que dejo en sus ojos.
Él piensa que llorando va a olvidarla, pero sus lagrimas extrañan el hombro de ella,
él recuerda en vez de olvidar.
8
Viceversa,
a excepción de que ella
sí lo olvida.
9
Ella toma de la mano a otro él.
10
No hay viceversa.
Aquí no existe similitud alguna,
no hay excepciones, no existió olvido para él, no existió otra para él.
Aquí no existe él, existen ellos en la mente de él.
Él se queda con los recuerdos que parecen más muertos que vivos.
11
Él se muere con el recuerdo de ella entre las manos, entre los ojos, entre el sexo, entre el alma, entre el suspiro, entre su costilla izquierda.
Entre suspiros él se muere entre recuerdos que se rencuentran en la tierra del olvido.
12
Ella vive sin recordar porque él se murió con su recuerdo entre las manos.
Manos que susurraban su nombre, que reclamaban caricias perdidas, manos que al tocarla tocaban el infierno, la muerte, el olvido, la condena perpetua del amor.
Manos de él para ella, caricias sin tacto, lóbregos recuerdos de ella para él.
13
Viernes.
El otro él viste una máscara.
Ella un vestido de flores.
El otro él le sonríe a ella.
Ella le responde, y se da cuenta que en su sonrisa llevaba aun el recuerdo de él,
el que se murió con los recuerdos entre las manos.
Sonrisa de ella para el otro él. Recuerdos que ella trato de olvidar, pero el fantasma de un beso no se extingue, ni con ajo, ni con limpias, ni con crucifijos, ni rosarios. El fantasma de un beso no se desmorona como los recuerdos de una sutil vida entre dos amantes, no se olvida, no se borra, se recuerda y uno se resigna. Ella se somete al recuerdo, al beso que él olvido en los labios de ella, ese beso que no se olvida no es el primero, si no el último, porque este encierra las promesas inconclusas.
domingo, 28 de julio de 2013
The meeting
Julián
está sentado, rodeado por sillas vacías que espera que en algún momento sean
ocupadas por sus invitados. Está sentado en una iglesia vacía, solo él y sus
pensamientos evitan que el lugar parezca deshabitado. Por un momento piensa en
prender un cigarrillo, en darle un trago al coñac que tiene en la chaqueta,
pero recuerda en donde esta y sabe que no puede hacerlo. Julián no cree en
Dios, la razón por la cual decidió hacer la reunión aquí, es para que por lo menos
Dios crea en él. Sus ganas de tomar y fumar se volvieron obvias con forme paso el tiempo. Julián se
relamía los labios, se tronaba los dedos, comenzó a sudar, se reía de
nerviosismo, sacudía los pies con rapidez, su mirada se incrustaba en el
crucifijo que tenía frente a él y se preguntaba: ¿Qué estoy haciendo?
Para
su fortuna o desgracia, se escucharon unos pasos que resonaban en todo el
recinto, al principio Julián no tuvo valor para voltear, y después tampoco. Una
mujer se paró frente a él. Julián bajo la mirada, cerró los ojos, trono sus
dedos una vez más y encontró el valor suficiente para ver a la mujer. Era una
mujer alta, de cabello corto, su nariz muy respingada, muy flaca, de piel
blanca y ojos café. Ambos sonrieron de manera sincronizada, ninguno dijo nada.
La señorita M paso a tomar asiento en una de las sillas vacías, colgó su bolso
en el respaldo, pero antes saco un espejo y ya sentada se miraba en el,
arreglándose las pestañas, y dándole color a su cara. En ese momento Julián
recordó porque lo suyo no funciono. Volvió a bajar la mirada, abrió sus oídos
para cuando llegara el momento de escuchar los pasos de la siguiente invitada.
La
escena era bastante incomoda, la señorita M seguía maquillándose. Pero la
suerte volvió a sonreírle a Julián, otros pasos se escucharon a lo lejos. Era
la señorita J, que llego sin mirar a Julián, se sentó junto a la señorita M, la
recorrió con la mirada, se echó a reír y se colocó con la pierna derecha
encima de la izquierda. El nerviosismo de Julián se volvió más grande, más
dañino, más doloroso. Por fin se decidió a darle un trago a su bebida, y
prendió un cigarro, pero antes de que pudiera darle un golpe, la señorita J le
arrebato el cigarro y lo apago. Julián recordó porque no había funcionado la
relación entre ellos. Sin otro remedio se llevó las manos a la boca, se mordía
las uñas y movía los pies con intranquilidad. Un poco después arribo la
señorita D, una mujer de la estatura de Julián, de cabello lacio, muy largo por
cierto, de ojos oscuros, de piel rosada, de pechos grandes, de nariz redonda.
Julián se levantó al verla, beso sus cachetes y trato de recordar porque lo
suyo no había funcionado. La señorita D se sentó y la reunión ya estaba
completa.
Julián
volvió a darle un trago al coñac que llevaba en una pequeña cantimplora
plateada. Dio un suspiro que alarmo a la señorita M, que dejo su espejo y puso
atención a lo que tenía que decir el joven. Julián le dio un vistazo a su alrededor,
había muchas sillas vacías, solamente tres estaban ocupadas, pero no pareció
decepcionado por que faltara alguien, al contrario, se vio muy complacido.
Julián
prendió otro cigarrillo, la señorita D puso una cara de extrañeza y le pregunto
a Julián, ¿Fumas?, él recordó que le había dicho a la señorita D que había
dejado el tabaco por ella, entonces recordó porque lo suyo no funciono, y era
una razón ajena a la mujer de piel rosada, fue por las mentiras de Julián.
Apenado apago el cigarrillo y lo coloco en la silla.
−
¿Por qué estamos aquí?, pregunto la señorita J
Julián
apretó los dientes, la voz de la señorita J le parecía un poco irritante, pero
recordó el motivo de la reunión y guardo silencio, respiro profundamente.
−
¿Por qué hay tantas sillas vacías? ¿Esperamos a alguien más?, de nuevo la
irritante de la señorita J pregunto.
Julián
recordó todas las veces que la señorita J le gritaba con esa voz irritante, se
desesperó, pero no podía gritar, no podía estropear su reunión. Callo y saco un espejo de su
abrigo, se miró pero no se reconoció, decepcionado le entrego el espejo a la
señorita D, que tampoco reconoció su reflejo en el espejo, después la señorita
M al tener el espejo en las manos saco un labial, se dispuso a retocar sus
labios, pero al tratar de hacerlo se dio cuenta que la del espejo no era ella,
volteo para ver si el espejo reflejaba a alguien que estuviera tras de ella,
pero nada, la señorita M fue incapaz de reconocerse en este espejo. La señorita
J le arrebato el espejo a la señorita M, se vio en el espejo, no había nadie,
sólo se reflejaba la parte de atrás, la señorita J dejo caer el espejo, y lloro
en silencio.
Julián
recogió el espejo, lo coloco frente a su rostro y dijo en voz alta:
−Merezco
ser feliz.
Entonces
el espejo empezó a reflejar una tenue silueta, Julián sonrió y todas se dieron cuenta
de ello, la señorita D le quito el espejo.
−Merezco
ser más que un recuerdo, dijo la señorita D mirándose al espejo.
−Quiero
ser quien soy, dijo en voz alta la señorita M –y le entrego el espejo a la
señorita J.
−Soy
bonita, dijo la señorita J.
Julián
y sus invitadas dieron otra vuelta con el espejo, en voz alta recitaron lo que
ya habían olvidado, hasta que después de unas cuantas vueltas más, por fin
pudieron reconocer sus reflejos. Tanto se habían empeñado en olvidar a Julián que terminaron por olvidarse a ellas.
El caso de Julián era más complejo, él se había empeñado en recordarlas a cada momento, dejo de pensar por sí mismo y trataba de pensar por ellas, se miraba en el espejo y no podía verse solo, siempre se reflejaba junto a ellas, no podía reconocerse porque al tratar de salvarlas se perdió a sí mismo. Pasaron unos momentos, las tres señoritas se levantaron y se retiraron, no dijeron nada, simplemente desaparecieron por el portón de madera de la Iglesia. Julián se quedó solo nuevamente, tanto en la iglesia como en la vida, pero se vio en el espejo y pudo ver su reflejo, Julián sonrió, tiro la cajetilla de cigarros y su licorera a un basurero, se marchó de la iglesia con el espejo sobre su cara.
miércoles, 24 de julio de 2013
Así te quiero
Hace tiempo que no te veía, me cuesta creer que estas frente a mi, con esas ropas tuyas tan diamativas, con unos tacones que te hacen ver más alta, con el cabello pintado de amarillo, con unas pestañas falsas, con los labios hinchados, con nuevas tetas y nalgas. Me cuesta creer que después de tanto tiempo, estamos frente a frente, tú y yo. Un escritor y una...lo que sea que seas, frente con frente, alma con alma, mano con mano.
Y de pronto, me preguntas por mi, a donde he viajado, que he hecho, que marca de ropa es mi preferida, que club nocturno visito los viernes en la noche, que auto manejo, si soy casado, si soy soltero o si me he vuelto homosexual. Que preguntas rubia, a mi me gustaría contestarte que libros he leído, que poemas son los que me sacan lagrimas, que marca de cigarrillos es mi preferida, que cafetería visito los sábados en las mañanas. Me gustaría contarte que estoy apunto de publicar un libro, que soy soltero, que te he estando esperando con los brazos abiertos, que te he pensado, amado a silencios, que te he hecho el amor entre párrafos, que te he escrito un poema, que he pintado un retrato tuyo con palabras que recogí del suelo, que te he necesitado en las noches más frías de mi vida. Me gustaría contarte mis sueños, mis alucinaciones, contarte sobre mis borracheras con whisky, sobre mis insomnios con un papel y una pluma, Me gustaría contarte sobre mi soledad, como es que he podido sobrellevarla, como ella y yo nos volvimos uno, como me duele la soledad, como me gusta la soledad. Me gustaría contarte tantas cosas...pero eres tonta, muy guapa, pero muy tonta, por eso me callo, pero así te quiero tonta, te quiero tonta pero mía, tonta pero viva, te quiero tonta, tonta y tonta, siempre un genio necesita un poco de estupidez para no olvidar su parte humana, por eso te quiero así, tonta y feliz, no te preocupes por aprender, yo lo haré por los dos, yo sufriré por los dos, y si llega a ser necesario, amare por los dos.
Por: Erick Quezada
Para: Una tonta.
lunes, 22 de julio de 2013
Taquicardias
Hace
tiempo que Felipe siente que su corazón se acelera, que todo se vuelve más
lento a su alrededor, que se marea, que siente nauseas. Hace tiempo que Rebeca
entro a la misma escuela que Felipe, hace tiempo que él la ve recorrer los
pasillos y dejar una estela de un dulce aroma a su paso, hace tiempo que Felipe
sufre de taquicardias al ver a Rebeca bajando y subiendo las escaleras de la
preparatoria. Hace tiempo…hace mucho tiempo.
Felipe
se acaricia la sien con dos dedos de su mano derecha, con la mano izquierda
aprieta su corazón, con la mirada observa a Rebeca que en ese momento entra al
salón.
Felipe
pasa más tiempo con su mano en el corazón que poniendo atención en sus clases,
conforme pasa el tiempo las taquicardias se volvieron más severas, ya no sólo
aparecen ante la presencia de Rebeca, ahora también aparecen cuando Felipe
piensa en ella o pronuncia su nombre. Felipe despierta en medio de la noche con
el corazón latiendo a una velocidad exagerada.
Felipe
está sentado en el piso, esperando a que la maestra arribe al salón de clases,
pero para su desgracia ve pasar a Rebeca, su corazón se acelera al punto
máximo, el sudor recorre su cara, la respiración se le dificulta, el corazón le
explota en el pecho y muere.
La
maestra que llega unos instantes después, se da cuenta de que el muchacho a
muerto, una vez que se asegura que todos entren al salón, cierra la puerta y se
dirige al cuerpo de Felipe, ve como su mano izquierda apretaba su corazón. En
ese momento un profesor que imparte la materia de historia pasa por el pasillo
y ve al muchacho y a la maestra en el piso. Piensa que seguramente están hablando
sobre un tema que le causa tristeza al joven, pues este se mantiene con los
ojos cerrados y la mano en el pecho. El profesor y la maestra se miran, se sonríen,
él se marcha y ella siente que su corazón se acelera, una taquicardia se
presenta en el pecho de la maestra. Entonces voltea a ver a su alumno y le
dice:
−Te
entiendo…
Créeme
Te miento
si te digo que te he
dicho toda la verdad;
sobre mi,
sobre ti,
sobre nosotros,
pero por favor
créeme.
Créeme cuanto te digo:
te quise.
Créeme cuando
te lloro.
Créeme si te digo que me he
cansado de mentirte;
de mentirme.
Los poetas son extraños,
no tienen el corazón en el pecho
lo tienen en la boca,
por eso créeme cuando te digo:
eres el amor de mi vida, porque
te lo digo con la boca,
la misma que te besa, te insulta y
después te pide perdón.
Créeme
porque te lo digo
de
corazón
viernes, 19 de julio de 2013
El chico que miraba el infinito
Ella estaba ahí, lejana, distante, inalcanzable. Ella con su cabello rizado, sus ojos grises, su cintura estrecha, sus labios rojos. Ella estaba ahí, con un cigarrillo entre sus dedos, su mano entre el cabello, sus labios torcidos, su sonrisa perversa. Ella le da el último beso de humo a su cigarrillo, ella se sienta frente a él.
Él la ve fijamente a los ojos, la mira, la mira y la mira...
Él la ve fijamente a los ojos, la mira, la mira y la mira...
jueves, 18 de julio de 2013
A veces me pregunto
Las
preguntas de vez en cuando son respuestas también. Los sueños a veces son
preguntas. El amor de vez en cuando es para siempre. La muerte es vida algunas
veces. La vida no duele en ciertos momentos. La filosofía se equivoca muchas
veces. Dios no nos ha olvidado. El mundo va a cambiar en algún momento. A veces
me pregunto ¿Qué pasaría si todo lo que pienso fuera realidad?
A
veces me pregunto si tu cabeza ya está llena de mejores y menos dolorosos
recuerdos, me pregunto si tus corazones de papel ya son para alguien más, me
pregunto si te preguntas por mí, si me piensas, si me extrañas o si ya me has
olvidado. A veces me pregunto por ti y otras veces me pregunto por mí, ¿Dónde estoy?
¿A dónde voy? ¿Quién soy yo? Pero me hago el tonto, trato de ignorar las
respuestas a estas preguntas, pues ya las se todas. Ya sé que no piensas en mí,
ya sé que estas mejor sin mí, ya sé que me olvidaste, ya sé que a veces me
pregunto cosas que ya sé.
A
veces, como esta, me detengo a pensar con la vista en el cielo, un cigarro en
mi boca y un vaso de vodka en la mesa, si estás tú, en algún lugar del planeta
mirando el cielo estrellado, sintiendo la lluvia, temblando por el frío que produce
el viento igual que yo lo hago. A veces me pregunto si fue lo correcto
abandonarte, tomar un camino diferente, un camino solitario en donde camino
apenas sin tropezarme con mis enredados pasos. Siempre me pregunto por ti después
de preguntarme por el cielo, la tierra, los jabones, la comida, la vida, la
muerte, la soledad, la felicidad. A todas las grandes interrogaciones que aquejan
mi cabeza la respuesta siempre es tu nombre. A veces me pregunto si realmente
eres la respuesta a todo o si tan solo eres una opción.
A
veces me pregunto, pero eso era en el pasado. Ahora me pregunto, me pregunto si
encender este cigarrillo, en medio de una habitación saturada de gas fue la
opción correcta. Me pregunto porque de pronto el frío que sentía se calmó y porque
siento tanto calor. Me pregunto si la luz que viene de la cocina es la misma luz
que ven todos al final del túnel. Me pregunto si lo correcto es darle un trago
al vaso de vodka, me pregunto por ti mientras veo la luz que se acrecienta y se
acerca a mí. A veces me pregunto a donde van las cenizas de mi cigarro, a donde
irán las cenizas de mi cuerpo. A veces me pregunto y me dejo llevar. A veces el
fuego construye, a veces el fuego destruye. Hoy me pregunto si a veces me
pregunte lo suficiente. A veces me
pregunto…me pregunto…me pregunto…me consumo…me vuelvo humo…un recuerdo…el mal recuerdo…el muerto.
lunes, 15 de julio de 2013
De los creadores de dioses
Las religiones (hablando de todas las religiones) tienen una peculiaridad que las diferencia de las filosofías impartidas por: Sócrates, Platón, Nietzsche, etc. Esta característica única de las religiones, es que cuentan con unas personas que se inventan dioses redentores y compasivos, esa gente de mentes enfermas está desgarrando el espíritu, estas personas que se dicen mandados de Dios (el dios que crearon ellos mismo) son las mismas personas que insultan la naturaleza del hombre humano, son los que dicen que los sueños son irreales, son las mismas personas que dijeron que el Hombre a de avergonzarse de su cuerpo, estas mentes creadoras de dioses, nos dijeron que el árbol de la sabiduría estaba prohibido para nosotros, entonces, ¿Por qué creerles cuando dicen que su Dios está hecho de amor?
Es curioso que todos estos “creadores” inventen en conjunto con su Dios una serie de leyes, mandamientos, preceptos, principios, reglas, etc. Pareciera que su Dios no está dotado de poderes metafísicos como se nos hace creer. Así que a este le brindan el don de la palabra y con este don vienen las prohibiciones; así justifican que nunca vemos el poder de su Dios, también cabe mencionar que cuando este dios imaginario se enfurece, se aprovecha de los eventos naturales para adjudicárselos, y sus creadores nos dicen que esa fue la furia de Dios.
Las prohibiciones de cada religión son por definición grotescas, todas van en contra de la naturaleza, todas degradan al ser humano, convierten la belleza del ser humano en una (belleza) decadente, nos dicen que Dios vendrá y se llevara a justos y creyentes, pero ¿cuándo será esto?, por ¿cuánto tiempo tenemos que vivir arrodillados ante un Dios que habla a través de un hombre?, del “elegido”, ¿cómo sabemos que lo que dice ver este hombre no es mera alucinación?, ¿cómo sabemos que este santo no es un esquizofrénico? No podemos confiar en un Dios que se apena de su imagen, que se avergüenza de su cuerpo, o que tiene pánico escénico, ¿Dónde están los dioses que vendrán del cielo? Hermanos hoy les diré la verdad sobre los Dioses, no vendrán a salvarnos, no llegara ese juicio donde los justos irán a un paraíso, todo esto son inventos de los malvados creadores de dioses.
Los creadores de dioses, por consiguiente creadores de las religiones que rigen a continentes enteros, tienen ideas tan deprimentes como la de la predestinación, según ellos nosotros no podemos salirnos del margen, tenemos una vida determinada, la cual debemos de seguir sin si quiera pensar en algo más trascendente Budas, Jesucristos, Mahoamas, y demás salvadores son solo personas como nosotros, pero a cambio de nosotros ellos pudieron conseguir la liberación mental. Me gusta pensar que estos mesías no fueron figuras públicas de alguna religión, me gusta pensar que estas personas existieron y se dieron cuenta que no hacía falta pertenecer a una religión para encontrar a la divinidad. Estos creadores de dioses nos advierten que por cada acción hay una reacción (esta idea de acción-reacción no es la misma impuesta por Newton, pues los creadores de dioses no confían en la ciencia), que debemos actuar apropiadamente, obligándonos a ser algo que no somos, a actuar con hipocresía, eso hacen estas ideas, esta idea de que recibes lo que das está mal planteada, pensemos en el karma en el budismo, este nos dice que la vida es un circulo (con lo que estoy de acuerdo), que cuando hacemos una acción buena o mala esta produce una reacción en cadena que acabara donde empezó, en pocas palabras volverá a nosotros, es una forma de infatuación. Esta idea mantiene a la gente alarmada, atenta de que hace, provoca que las personas hagan las cosas no porque quiera hacerlas, si no por querer un buen karma. No sé ustedes pero me gustaría pensar que la vida es más que karma, me gustaría actuar de forma egoísta sin tener que ir por la vida cuidándome de que el karma me regrese un golpe que me derrumbe, los creadores de dioses se han dedicado a mantenernos idiotizados, a predicar una religión que solo existe en su cabeza, los creadores son estafadores y hasta ahora la estafa ha ido bien.
¿No les intriga pensar, porque todos los dioses tienen sus palacios en los cielos?, ¿Por qué no viven en las sombras o en la tierra con nosotros?, esto solo nos demuestra que estos dioses se sienten superiores a nosotros, ¿por qué deberíamos adular a un Dios ególatra, que siente que es más que nosotros, que repudia la vida terrena?, Díganme ¿Por qué se pasean por las nubes, cuando nosotros soñamos con volar?, estos creadores pusieron a sus dioses en los cielos porque saben que este es inalcanzable para el hombre (es lo que nos hacen creer), los pusieron en las alturas porque saben que el hombre le teme a todo lo que proviene de allí, un ejemplo seria la lluvia. Esto es una alegoría que nos muestra que los creadores de dioses buscan dos cosas: que la divinidad sea inalcanzable para el hombre y que el hombre tema, para poder ser mandado.
Mi meta no es fomentar el ateísmo universal, no vengo a dar un llamado a la anarquía, pienso que esta no es la solución. Yo quiero compartir la verdad que se me ha revelado en sueños, libros y pensamientos, yo quiero compartir con ustedes el amor al hombre, el amor al súper hombre espiritual, que debe darse paso en este mundo contemporáneo. No me jacto de saber la verdad, pues esta la perseguimos constantemente, pero ahora quiero hablarles de algo que estos creadores no nos han querido decir, pues todos llevamos dentro a un Dios. La naturaleza nos ha dado una cualidad, la cual esos Dioses celestiales envidian, pues nosotros somos fugaces, pero inmortales a la vez, así es hermanos, que no les sorprenda lo que digo, somos mortales, pero tenemos la capacidad de ser inmortales, eso es lo que les asusta a los creadores de dioses, le asusta la idea de que podemos ser Hombre-Dios, tanto se han esforzado en complicarnos el camino que lleva a lo espiritual, que hemos decido a detenernos por un momento para ver al horizonte, y este nos ha susurrado la verdad, la verdad de que el hombre no necesita un Dios patriarcal, que nos quiere, pero si le fallamos nos odia al punto del exterminio. La verdad que el horizonte nos dibujo fue que el Hombre lleva su auto trascendencia en el interior, tanto ruido nos cae del cielo que no escuchamos lo que nuestra alma pide, hemos dejado de alimentarla, en cambio nos encargamos de engrandecer el ego de un Dios impotente, que a la vez alimenta nuestros egos. Hermanos, compatriotas que llevamos por patria la humanidad, esta es la verdad que el horizonte quiere que sepamos: nosotros somos nuestro propio dios, lo divino vive en nosotros, no temamos a las alturas, pues estas no solo fueron hechas para los Dioses (los creados), también fueron hechas para los hombres que desean volar, pero primero hay que volcarse hacia adentro, este dios interno solo nos pide algo, nos prohíbe solo una cosa, nos impone una ley. os pide fe, una fe nueva, una fe que lleve como premisa confiar en nosotros, nos prohíbe cargar el ego sobre las espaldas, pues este es una carga muy pesada para el vuelo que vamos a emprender, nos impone conocernos, pues de este conocimiento se deriva la única y genuina felicidad.
A los creadores de dioses yo les hablo hoy y siempre, a los creadores de dioses les digo que ahora nosotros, buscaremos por nuestra cuenta lo divino, usando de vez en cuando a su dios tan solo como instrumento para llegar a nuestra espiritualidad, a los creadores les digo que la única religión que reconozco es la verdad porque me ha llevado a los cielos y al infierno, la verdad me ha mostrado lo que sus dioses tachan de blasfemo y pecaminoso. A los creadores de dioses les digo que vamos a acercarnos a un Dios único, un dios humano, que ama, sufre, llora, ríe y grita como nosotros, a los creadores de dioses les digo adiós, pues ya no necesitamos más de ellos ahora que podemos volar, ahora que el cielo es propiedad del alma y no de dioses corruptos.
Ahora me dirijo a ustedes amigos y hermanos, a ustedes que desean conocer a Dios, yo me dirijo a ustedes, pues a ustedes es a los que les interesa llegar a los cielos, me dirijo a ustedes hombres y mujeres; la creación más hermosa del universo, tomó por algunos momento el papel de profeta para decirles: que no le tengan miedo a la lluvia, en vez de correr huyendo de su humedad, corramos hacia ella para bailar, volemos más allá de los cielos, allá donde estos dioses impostores no han podido llegar, los invito a conocerse, amarse, valorarse, a meditar en medio de la soledad, pues esta es nuestra compañera, cuando estamos solos, no somos solo nosotros, pues somos dos, la soledad y tú.
Despréndanse de banderas y gobiernos, nacionalidades y territorios, renuncien a lo material, húndanse en lo espiritual, la única bandera es el amor, la única raza es la raza humana, el único gobierno es la poesía, la única religión es la verdad, el hombre. La gran verdad es que nosotros somos dioses, no les ofrezco una vida llena de felicidad, privada de dolores, no les prometo amor eterno, ni soledad infinita, tampoco les ofrezco un paraíso y un infierno, pero les ofrezco algo mejor que esto, les ofrezco el conocimiento y no uno cualquiera, sino el más difícil de conseguir, si ustedes siguen el camino espiritual que su alma les exige, el conocimiento que encontraran será invaluable, ¿Cuál es?, pues este conocimiento es el saber que somos, el llegar a ser lo que somos, el quitarnos las marcaras que nos impone la familia, amigos, escuela, sociedad y gobierno. El camino del buscador es difícil no pienso mentirles, es doloroso y la mayoría de las veces estaremos solos en noches más largas que el invierno, pero díganme ustedes, que tiene este mundo para ofrecernos si no es el autoconocimiento del alma, los invito a perderse por este camino, para encontrarse, y no se desesperen amigos, pues cuanto más perdidos se sientan, más cerca de encontrarse están, pues la noche es más oscura cuando está a punto de amanecer.
Un poemario adolescente
II
Antes de vivir
quiero amarte,
la vida sin haberte amado
carece de sentido
¡Que me quiten la vida
pero no tu recuerdo,
porque prefiero la muerte
antes que tu olvido!
III
Me dueles
así como demasiado,
así como para
siempre
IV
Tres años cargue tu cruz,
cruz de mármol pulido.
Corona de espinas
tardía, pero
precisa
como siempre,
como nunca, pero
te quise.
Ahora solo toco tu piel
con mi memoria,
beso tus labios sin tocarlos,
te quiero a distancia, ahora
te pienso
a destiempo
V
...Y por si regresas, había
un libro
pero ya no,
o ya no sé,
que sé yo
ni que fuera
Dios,
adiós
mi amor.
Para ti
Para ti
cada lagrima derramada,
el más largo sueño, jamás soñado.
Para ti las gotas mañaneras
del rocío claro y oloroso,
para ti todas las palabras,
para ti todo
...para ti nada.
Para tus ojos dos espejos
para que nunca olvides
lo hermosa que vos sos.
Para tus labios
un color nuevo,
ni muy rojo, ni muy café,
un color solo inventado para ti,
como vos que fuiste inventada
para mi.
Para ti nada, para ti todo,
para ti este poema,
el universo.
Para ti el colmo del ser y
la nostalgia del no ser.
Para ti con cariño,
mis mejores deseos,
los mejores recuerdos
los peores versos.
Para ti un poema,
este poema,
que sólo me recuerda
que todo lo escrito
será para ti.
Para ti todo,
para ti nada...
Poemitas para acompañar con una canción
I
Estoy
como haciéndote
un verso y
llorándote otro
II
Como la perla
que brilla,
tu recuerdo
lastima
III
Me siento loco,
loco perverso,
loco de ti
IV
Nuestro amor arderá
como sol volátil
entre dos cuerpos
incendiados por
la cólera
V
Besamé,
mientras nuestros
ojos se miran, sin mirarse
para saber si el
infierno nos es bien
merecido
VI
Tu amor loco
ardiente y sin ojos
un buda de oro
VII
Tu voz; que como
dulce sismo,
me saco de quicio
domingo, 14 de julio de 2013
No es lo mismo
No
es lo mismo Soledad, que soledad. Una denota el nombre de alguna mujer, y la
otra manifiesta aislamiento, este puede ser voluntario o involuntario. La historia
que se presenta a continuación tiene un poco de ambas, un poco de Soledad y
soledad.
Esta
es la historia de un joven que se encuentra en la azotea de un gran edificio,
las puntas de sus pies tocan el aire, y el resto de sus pies tocan el débil piso
de la terraza, por su mente pasan muchas cosas, el joven llora, y de vez en
cuando suelta una pequeña carcajada, se acomoda el cabello, y vuelve a extender
sus brazos. Es la historia de Jeremías, un sujeto de veinte años que está a
punto de tirarse al vacío. Jeremías no tiene deudas, no padece alguna enfermedad
terminal, no ha sufrido la muerte de algún ser querido, no cometió ningún crimen.
¿Por qué se lanzaría desde lo alto de un edificio?, bueno, la razón por la que
lo hará, es por la soledad.
Jeremías
se siente solo. Todos se han olvidado de él, de su nombre, de su dirección, de
su edad, de su fecha de cumpleaños, de su rostro. Él no es capaz de pasar un
día a solas, escuchando el sonido de su corazón, o el ruido del agua corriendo
por las tuberías de su departamento, Jeremías es incapaz de vivir en soledad.
Ciertamente
–no se ustedes− yo considero que hay de soledades a soledades, unas veces uno
se siente solo, sin amigos, sin amante, sin nada que llene su vida, pero existe
una soledad que es un tanto acentuada y cruel, en esta soledad, la misma
soledad se ausenta, y ahí es cuando uno se encuentra más solo que nunca. La
soledad de Jeremías no era tan extrema, de hecho nadie se había olvidado de él,
todo era producto de su imaginación. Un miércoles, a primera hora, Jeremías recibió
una carta, que estaba sellada con un pedazo de cera roja. Esta peculiaridad en
la carta era la marca que dejaba su amada Soledad, que se encontraba de viaje,
por Roma, de donde le escribía semanalmente una carta contándole sus aventuras en
aquella tierra europea.
La
carta en cuestión, hablaba sobre lo hermoso que era el Coliseo, lo impactante
de su estructura, también menciono la amabilidad de una pareja italiana, que se
encontró en cierto recorrido por el Panteón Romano. Bueno sin tantas vueltas, al
final de la carta se podía leer algo así:
“…las
palabras me escasean, espero te encuentres bien. En pocos días tu soledad, será
eternamente tuya. Chao mi querido Jeremías.”
Jeremías
sintió que su vida se acababa en ese instante. Su soledad seria eterna en pocos
días, esto no podía soportarlo, ¿Qué habrá pasado en Roma para que Soledad lo
abandonara eternamente?, pensó en silencio Jeremías. Largos días trato de meditar
el asunto que se le presentaba, sin apartar la carta de sus manos. Después de
tanto asumir la posición de un pensador, decidió arrojarse de lo alto del edificio
en donde vivía. Es por eso que hoy están Jeremías y soledad, sosteniéndose el
uno del otro –con un poco de pavor− dispuestos a lanzarse, más Jeremías que su
soledad. Al final este hombre termino por caer quince pisos para estrellarse
con un sólido pavimento, que en pocos segundos se tiño con un color carmesí.
Trágica
es la historia de Jeremías, pues su dulce Soledad había tenido una pequeña
falta de ortografía en esa última carta. Soledad al decir: “En poco días tu
soledad, será eternamente tuya…” se refería a ella misma, pues pronto
regresaría para quedarse junto a Jeremías, por siempre.
Por
eso hay que tener en cuenta que no es lo mismo Soledad, que soledad. Tanta es la
diferencia que a Jeremías le costó la vida.
sábado, 13 de julio de 2013
Soledad de mis soledades
Soledad de mis soledades,
dama volátil,
elegante y deslumbrante.
Soledad caprichosa,
soledad querendona,
soledad encantadora,
oh, soledad de mis soledades
tan fría como siempre,
tan sola como
dos amantes.
Vienes sin aviso
te vas de improvisto,
te olvidas
de los que ya han sido olvidados
¿Hace cuanto no me visitas?
soledad perfida.
Soledad de mis soledades
calma mis desvaríos,
encubre mis mentiras.
Acompáñame a medias
o enteramente.
Deja tu recuerdo si es preciso,
pero no dejes más olvido,
contigo me basta
soledad de mis soledades.
dama volátil,
elegante y deslumbrante.
Soledad caprichosa,
soledad querendona,
soledad encantadora,
oh, soledad de mis soledades
tan fría como siempre,
tan sola como
dos amantes.
Vienes sin aviso
te vas de improvisto,
te olvidas
de los que ya han sido olvidados
¿Hace cuanto no me visitas?
soledad perfida.
Soledad de mis soledades
calma mis desvaríos,
encubre mis mentiras.
Acompáñame a medias
o enteramente.
Deja tu recuerdo si es preciso,
pero no dejes más olvido,
contigo me basta
soledad de mis soledades.
Pequeño poema diurno
Te quiero más bajo la luz
de la luna
que cuando el sol
golpea tu rostro,
pues la luna
te da un toque a
melancolía y vida.
Te quiero solamente
durante la noche,
durante el cuarto menguante
o la luna llena.
Solo en la noche puedo quererte
bienaventuranza mía,
en la noche con la luna mirándonos,
ambas amadas mías,
ambas hirientes y sensuales,
ambas dueñas de la noche,
ambas brillantes,
ambas tan únicas.
Te quiero más cuando
tu tacto me busca en las penumbras,
cuando tus besos
se recargan fríamente
en el oscuro rostro mio,
te quiero a las doce de la noche
porque es cuando tengo más frío.
Ven abrázame,
pues es de noche, y la luna
ya alumbra tu paso,
ven noche,
ven melancolía,
ven luna,
ven amada mía, ven pequeña damisela diurna.
de la luna
que cuando el sol
golpea tu rostro,
pues la luna
te da un toque a
melancolía y vida.
Te quiero solamente
durante la noche,
durante el cuarto menguante
o la luna llena.
Solo en la noche puedo quererte
bienaventuranza mía,
en la noche con la luna mirándonos,
ambas amadas mías,
ambas hirientes y sensuales,
ambas dueñas de la noche,
ambas brillantes,
ambas tan únicas.
Te quiero más cuando
tu tacto me busca en las penumbras,
cuando tus besos
se recargan fríamente
en el oscuro rostro mio,
te quiero a las doce de la noche
porque es cuando tengo más frío.
Ven abrázame,
pues es de noche, y la luna
ya alumbra tu paso,
ven noche,
ven melancolía,
ven luna,
ven amada mía, ven pequeña damisela diurna.
viernes, 12 de julio de 2013
Entre Julieta y Julieta
Julieta
la del cabello castaño, Julieta la de los ojos destellantes, Julieta la poetisa,
Julieta la pintora, pensó Julieta mientras se examinaba en el espejo. Julieta estas muy alta, Julieta estas muy
gorda, Julieta es de noche, Julieta te quiero, Julieta te odio, le dijo su
reflejo.
Julieta
le contesta a su reflejo: Julieta esa falda no se ve tan bonita, Julieta tu
cabello está sucio, Julieta cállate, Julieta es tarde… ¿Para qué? Dijo el
reflejo, para llamar a Miguel, le dijo Julieta a su reflejo. Julieta reacciona,
Julieta abre los ojos, Julieta con ¿quién hablas? Le dijo la Julieta del espejo
a la Julieta que miraba su reflejo.
Julieta
la del cabello castaño, parpadea rápidamente para desvanecer a la Julieta del
espejo y lo logra. Ella piensa que se está volviendo loca y que esa falda que
trae no se le ve bien, pero no sabe explicar el porqué. Julieta tus ojos
brillan, se dijo Julieta. Pasó un mes y Julieta no volvió a ver a la Julieta
del espejo.
Un
martes por la tarde, Julieta despertó de su siesta, al abrir los ojos, Julieta
(su reflejo) la miraba a través del espejo y le gritaba con enojo: ¡Julieta
despierta! Al ver esto, Julieta volvió a cerrar sus parpados para no pensar en
su reflejo. Julieta durmió profundamente y se despertó a media noche empapada
de sudor. Julieta ¿Qué pasa?, le pregunto su reflejo a Julieta. Soñé que
asesinaba a Miguel, le contesto Julieta a su reflejo. Lo mataba con la mirada,
completo Julieta.
Julieta
no se lo cuentes a Miguel, Julieta ya no te duermas, Julieta prende la pipa, le
dijo el reflejo a Julieta la de los ojos brillantes. Julieta estoy volando,
Julieta estoy cayendo, Julieta hace frío. Al cuerpo de Julieta se acercaron
varias personas, Julieta tenía los ojos cerrados y la cabeza abierta. Callo de
aquella ventana señalo uno de los tantos mirones, ¿Qué habrá pasado?, se
preguntaron los demás. ¿Se calló, salto o la empujaron?, se volvió a preguntar el
tumulto. Seguro la empujaron dijo una anciana. No, no, no, lo que paso es que
se lanzó la pobrecita., dijo un vagabundo.
Nadie
sabe que paso con Julieta, nadie la vio caer y nadie vio que alguien la
empujara. Su muerte será un misterio, porque Julieta le confió el motivo de su
muerte a la otra Julieta, por lo tanto todo quedo entre Julieta y Julieta.
jueves, 11 de julio de 2013
Un juego de niños
Mi
vida siempre fue muy tranquila, yo era un hombre que se limitaba a tomar
riesgos absurdos, prefería quedarme en casa a mirar cosas en la computadora que
salir a las calles oscuras donde cualquier cosa te puede pasar. Es cierto, mi
vida era muy aburrida, tengo que aceptarlo, nunca fui un hombre al que le
gustara salir por las noches, nunca me gusto hablar con mujeres, nunca me gusto
masturbarme, nunca me guste, nunca quise ser yo.
Seguramente
gracias a esto me decidí a hacer lo que hice, obtuve fuerzas de algún lugar
secreto donde hay fuerza de sobra para los perdedores como yo. Mi trabajo no
era más interesante que mi vida, trabajaba como cajero en un supermercado. Todo
el día me pasaba escuchando el maldito ruido que emite la caja registradora al
pasar un producto por encima de ella y cuando llegaba a liberarme de este
ruido, pronto llegaba otro cliente, sí, mi trabajo es asqueroso.
Lo
único que valía la pena en ese lugar era la presencia de Susana, la gerente, que
en algunas ocasiones pasaba por mi estación para ver que todo marchara bien, no
hacia bien su trabajo, jamás se dio cuenta de que nada marchaba bien conmigo.
Yo estaba enamorado de ella.
Fue
un viernes, como cualquier otro, en el que se presentó la oportunidad de
entablar con ella alguna pequeña conversación. Saliendo del trabajo ella se
encontraba parada a las afueras de la tienda al parecer esperando a alguien,
siempre me pregunto si era a mí al que estaba esperando en realidad, pero nunca
lo sabré. Al verla me acerque en el coche lentamente y baje la ventana. Le dije
que si podía llevarla y ella –sorprendentemente− contesto que sí, al subirse y
avanzar un par de metros Susana me comento que porque no la llevaba por un
trago o mejor aún, que porque no íbamos por un trago a mi departamento, dude en
que esto estuviera pasando, al final le dije que sí y nos dirigimos a mi casa.
Llegamos y mi preocupación era enorme, ni siquiera sabía si existía alcohol en
mi departamento. Entramos y paso al baño, yo me precipite a buscar lo que fuera
que tuviera un poco de alcohol, Vodka fue lo único que había en mi deteriorada
alacena, Susana salió del baño y se retiró el abrigo. Ambos nos sentamos en el
suelo a tomar directamente de la botella, así lo quiso Susana, parecía
deprimida en verdad y si algo se; es que el Vodka no sirve para mejorar este
tipo de situaciones. El tiempo paso, voló, Susana estaba completamente ebria,
hablaba sobre lo imbécil que era su novio o exnovio al final no pude entenderle,
me dieron ganas de orinar y a mi regreso ella pregunto si me gustaría jugar con
ella, mi contestación fue de afirmación y Susana saco un revolver de su bolso y
apunto directo a mi garganta, jalo el gatillo y el sonido que hacen las armas
vacías me hizo soltar un gran suspiro. ¿Estás loca? le pregunte con el corazón
marchando a mil por hora, una carcajada fue lo que recibí por respuesta.
Susana
cargo la pistola con una sola bala. ¿Juegas o no? Me pregunto, ¿qué más podía
hacer? decirle que no, era sinónimo de rechazarla y ¿quién quiere rechazar a
una mujer ebria, despechada y con un revolver?, acepte su reto y antes de poder
sentarme ella volvió jalar el gatillo pero ahora apuntaba justo en medio de su
frente, otra carcajada salió de su boca, era mi turno, jamás me había sentido
tan emocionado, dude en hacerlo pero al repasar mi vida me di cuenta de que si
se disparaba no tenía nada que perder, accione el revolver…y pude vivir para
contarlo.
Era
el turno de Susana, le extendí mi mano para entregarle el revólver, no tengo
idea del porque sonreía, ella se levantó y me mostró un ceno, después el otro,
comenzó a tocarse apasionadamente ambos pechos y me dijo con voz jadeante que
fuera yo el que le disparara, me recargue totalmente en el sillón y la mire,
como se mordía los dedos, como se frotaba su cuerpo, apunte con firmeza a su
cabeza, me sentía como un vaquero del viejo oeste. ¡Dispara! Me grito excitada,
jale el gatillo y todo pareció estar bien hasta que Susana se desplomo frente a
mí, sólo en ese momento pude reaccionar y ver que el cañón del arma humeaba.
No
tuve ganas de escapar, aun sabiendo que era una tontería defenderme con el
argumento de que jugábamos a la ruleta rusa, de que ella me pidió que yo le
disparara porque tenía las manos ocupadas. Que puta risa me dije y acompañe
este pensamiento con una larga sonrisa. Las autoridades llegaron, aunque tarde,
con tanto tiempo pude haber escapado para siempre. Me vieron sentado con la
pistola en la mano y el cuerpo semidesnudo de Susana en la alfombra.
Ahora
estaré en la cárcel por lo que resta de mi vida, al parecer viole y mate a
Susana, eso dicen los policías y ya que su rendimiento había sido muy
ineficiente durante aquellos días, me culparon de otros cinco asesinatos que no
habían podido resolver. Soy un violador y un asesino en serie o eso dicen las
autoridades y todo esto paso por jugar ¡un maldito juego de niños! como dijo
Susana.
El escritor frustrado
No
sé a ustedes pero a mí siempre me pasa que llega un punto en el que no puedo
escribir más, me frustra esto porque tengo ganas de escribir pero no tengo una
historia para contar. Cuando me comienzo a sentir así, hago memoria de una
historia que me contaba un amigo en la facultad de letras, nunca me dijo cuál
era el título de la historia, me gusta suponer que él también era un escritor
frustrado por no poder ponerle un título a su obra, el mundo está lleno de
escritores frustrados.
Bueno,
la historia comienza cuando un viejo se decide encerrar en un cuarto junto a su
máquina de escribir y algunas cuartillas en blanco. Este hombre necesitaba
escribir, su vida dependía de ello y es que si no escribía por lo menos unas
cuantas cursilerías sentía que los ojos le saltaban de su lugar y que el
estómago le explotaba, en fin, una seria de martirios horrorosos eran causados
si no se sentaba a escribir aunque sea un poco. Llevaba tiempo sin hacerlo y
los dolores eran espantosos, el viejo había sido un exitoso escritor pero de
eso ya era mucho. El escritor seguía aferrándose a seguir escribiendo aunque ya
no tenía nada que decir.
Sentado
frente a su vieja máquina de escribir se percató que al garabatear, la maquina
no dejaba huella alguna en las hojas. No existía una explicación racional para
eso, de pronto las hojas volaron por toda la habitación cortando el cuerpo del
viejo hombre, una vez exhaustas de esa sangre tan amarga, volvieron al lugar
que les correspondía. El escritor no entendía que su frustración era contagiosa
y que las hojas también se sentían frustradas de ser hojas y no árboles. Entre
frustración y frustración el escritor murió desangrado por las heridas de su
propia frustración.
Es una buena historia
a mi parecer, en este momento me siento como aquel viejo de la historia,
frustrado por no poder escribir lo que quiero escribir, pero al ver mis hojas
la frustración desaparece, siento que esta cuartillas esperan el momento de
cortarme en pedazos. El mundo está lleno de escritores frustrados a los que se
les acabaron las palabras. Todos los escritores están destinados a sentirse
frustrados en determinado momento. El mundo está lleno de escritores fracasados
y poetas enamorados, pero él escritor frustrado del cuento de mi amigo, ese si
para que vean es un verdadero escritor frustrado porque al menos yo pude
escribir algo a causa de su frustración.
Comparación
Te amo,
como la muerte al moribundo,
como se ama a una
rosa con espinas
Te extraño,
como un bebe a su madre,
como las flores a la primavera,
como la bella a la bestia
Te odio,
como la derecha a la izquierda,
como los políticos a la verdad,
como un bohemio a la moral
Te olvido,
como los gobiernos a sus pueblos,
como la lluvia al desierto,
como Dios al hombre
Te amo,
como Adán a Eva,
como te olvido,
como te odio,
como te extraño,
como yo te amo no
existe comparación.
como la muerte al moribundo,
como se ama a una
rosa con espinas
Te extraño,
como un bebe a su madre,
como las flores a la primavera,
como la bella a la bestia
Te odio,
como la derecha a la izquierda,
como los políticos a la verdad,
como un bohemio a la moral
Te olvido,
como los gobiernos a sus pueblos,
como la lluvia al desierto,
como Dios al hombre
Te amo,
como Adán a Eva,
como te olvido,
como te odio,
como te extraño,
como yo te amo no
existe comparación.
Lo que aprendí
De tus ojos aprendí
que no todos somos dichosos,
que el más breve espacio
sirve para derramar amor.
De tus manos aprendí
lo silenciosa que puede
llegar a ser una caricia, y
lo abismal de un rasguño tuyo.
De tu sonrisa aprendí
que la gente sonríe sin ser feliz,
que basta que sonrías para que me den
ganas
de morir.
De tu boca aprendí
el sabor de un beso, y
el sabor de una mentira.
De ti aprendí
que el amor sin un poco de odio
no enseña nada, no estimula.
que si no estas
todo esta mejor.
que no todos somos dichosos,
que el más breve espacio
sirve para derramar amor.
De tus manos aprendí
lo silenciosa que puede
llegar a ser una caricia, y
lo abismal de un rasguño tuyo.
De tu sonrisa aprendí
que la gente sonríe sin ser feliz,
que basta que sonrías para que me den
ganas
de morir.
De tu boca aprendí
el sabor de un beso, y
el sabor de una mentira.
De ti aprendí
que el amor sin un poco de odio
no enseña nada, no estimula.
que si no estas
todo esta mejor.
Hombre en llamas
“Un hombre sabio es fuego viviente”
−Osho
Muerte,
es una palabra que lleva consigo infinidad de significados y sentimientos. Esta
palabra emblandece a los duros de corazón, hace que los ermitaños quieran estar
acompañados, que los políticos digan la verdad, que los enamorados lloren. Esta
simple palabra es muy difícil de entender y fácil de pronunciar. La palabra
muerte hace que el mundo se estremezca en un instante. A las personas no les
agrada morir, en lo personal a mi si me gusta morir, de hecho ya van varias
veces que he muerto.
Mi
nombre es Thich Quang Duc, he dedicado toda mi vida a la búsqueda de la paz y
la sabiduría, para algunos mi estilo de vida les parecerá aburrido, pero a mí
me parece de lo más excitante. Soy un monje budista.
Déjenme
contarles cómo es que recorrí este camino que está lleno de sublimes silencios.
Nací en un pequeño pueblo de Vietnam del Sur, en el año de 1897. Mis padres
eran campesinos y se dedicaban a la siembra de arroz, desde muy joven acudía al
campo para ayudar a mi padre a sembrar, él me enseño todo sobre la siembra de
está semilla, desde preparar la tierra, hasta la recolección y el secado del
arroz, una vez que este ha madurado por completo. En la aldea existía una
pequeña choza a la que todos acudían para meditar junto a la gran estatua de
Buda. Junto a mis labores de campo también se juntaban las de la oración. Mi
madre es la que se encargaba de enternecerme el espíritu, ella fue quien me
enseño todo lo que sabía sobre Buda y sus preceptos. El silencio que se
producía en aquella choza nos hacía olvidar todo lo que nos rodeaba, recuerdo
que un día al despertar del trance, me di cuenta que una torrencial lluvia
azotaba la aldea, mis ropas estaban totalmente empapadas pero me sorprendí
porque durante la meditación, no pude sentir ninguna gota de agua. No sentía frío,
no percibía el olor de humedad de la tierra mojada. Durante mi larga meditación
solamente éramos mi mente y yo.
Conforme
fui creciendo, me interese más por la vida espiritual que por la del campo, al
cumplir quince años, me retire a las montañas con los monjes y aprendí todo lo
que tenía que saber sobre el budismo. En la soledad de las montañas mi única
compañía era yo mismo. Hablaba conmigo y me escuchaba, era una relación
perfecta. Pase años en aquellas frías montañas, escuchando a los grandes
maestros y dedicándome a la auto-exploración.
Mi
momento de ordenamiento llego, había carbón hirviendo en el piso, al ver esto
no sentí miedo, tampoco desesperación. Increíblemente mi cuerpo se mantenía
sereno. Di unos cuantos pasos y termine justo en medio del piso hirviente. Me
era imposible creer que el fuego no me produjera ningún ardor. Ignorando por un
momento esto, jure ante mi maestro dedicar mi vida a la búsqueda de la sabiduría
y luchar por la salvación de todos ser vivo que habitara el planeta. Pase de
alumno a maestro, pero no me gustaba que me llamaran así. No me sentía como un
maestro, porque muy a menudo eran mis alumnos lo que me enseñaban a mí.
Cierto
día decidí bajar al pueblo para visitar a mis padres, pero al estar ahí todo
era muy diferente a como yo lo recordaba. Las chozas estaban destruidas, los sembradíos
marchitos. La gente tenía un semblante de profunda tristeza, los niños ya no
cantaban felices y los ancianos dejaron de recitar aquellos bellos poemas que a
diario declamaban mientras que el roció cubría las hojas de los árboles. La
población se veía reducida, había más chozas que personas. Entonces me acerque
a un joven que limpiaba la estatua de Buda y le pregunte por lo que había ocurrido.
El hombre me contó lo acontecido, hace tiempo que el gobierno perseguía a los
monjes como yo, y se enteraron de que cerca de aquí existía un templo budista.
Vinieron durante semanas para averiguar la ubicación, pero esta gente no lo sabía,
los soldados fueron llevándose poco a poco a hombres y mujeres dejando únicamente
a viejos, niños y uno que otro adolescente como con el que platicaba. Hace
tiempo que la tristeza no invadía mi corazón como lo hizo aquel día. Mi cuerpo
se sentía desganado y mi espíritu daba alaridos de dolor.
Durante
un gran periodo la intolerancia del gobierno hacia mi religión se acrecentó y
las persecuciones y represiones no se hicieron esperar. En ningún lugar estaba
seguro un monje. Nos querían quitar a libertad. pero ahí me di cuenta de la
gran ignorancia que regía a los soldados y políticos. Pensaban que encerrándonos
en una celda sin ver la luz o montándonos a sangra fría iban a quitarnos la
libertad, que equivocados estaban. Es ahí cuando entendí su intolerancia, pues
sólo un hombre que no entiende el concepto de libertad piensa que encerrándonos
puede quitarnos la nuestra, esas personas no entienden que la libertad está en
el alma, y nadie puede quitárnosla. El espíritu siempre ha sido libre, ni yo
soy capaz de encerrarlo, pues él va a dónde quiere ir. Me sentí profundamente decepcionado,
me puse a pedir por estas personas para que pudieran entender que el enemigo
del hombre no es el hombre, si no su intolerancia hacia las ideas que el alma
expresa a través de este cuerpo humano.
Algunos
monjes nos decidimos a marchar por una calle muy concurrida de Saigón. Los días
previos a esta manifestación, en mi mente ya llevaba una idea que me consumía
como fuego. Una vez en las calles, me decidí a dejar ver mi profunda tristeza.
Tomé asiento en el negro asfalto de la calle y asumí mi posición de flor de
loto y empecé a meditar con una tranquilidad apaciguadora. Un compañero arrojo
en mi cuerpo un tanto de gasolina y de pronto las llamas me abrazaron con sus
grandes flamas. Periodistas aterrorizados miraban como mi cuerpo era consumido
por las ardientes llamas de este fuego. Mi carne se derritió como cera, en minutos
perdí mi rostro. El olor a carne chamuscada inundaba las calles de la ciudad.
Los soldados miraron caer mi cuerpo ya sin vida sobre el asfalto, los periodistas
hicieron sus apuntes y algunos curiosos registraron en evento con su videocámara.
Al
principio de mi narración les dije que yo ya había muerto varias veces, y eso
es completamente cierto. Unas cinco veces fueron las que caí muerto antes de
esta ocasión. El hombre debe morir constantemente para renacer otras tantas
veces, aquel que no muere, nunca entenderá la vida. Uno muere cuando cumple
años, pues muere el niño o el joven y nace un adulto o un viejo. Uno muere
también cuando aprende. Uno muere cuando se va para regresar. Uno muere cuando
se pierde y cuando se encuentra. El hombre muere y se renueva a cada momento de
su vida, muchos no se dan cuenta y hay otros que en verdad nunca mueren. Hoy me
toco morir calcinado, no por el fuego que se produjo de la gasolina y el fósforo,
si no por el fuego que emana de mí. Muchos periodistas regresaron a sus países y
escribieron distintas notas, en unas me llamaban suicida, en otras me tacharon
de loco y en muchas más describían el horror que sintieron al ver mi cuerpo
envuelto en llamas. También muchos hablaron de la serenidad con la que
afrontaba aquel momento, no entendió su sorpresa ante mi actitud frente a la
muerte, nunca entendí porque esta palabra causaba tanto miedo. Al estar en
llamas, por mi mente pasaron tantas cosas pero nunca la preocupación por dejar
este mundo.
En
ese momento llegue a sentir tristeza por las personas que trataban de
encerrarnos, en ese ardiente instante volví a pedir por ellos. El fuego que emanaba
de mi cuerpo, era el fuego que ocasiono la intolerancia del hombre hacia el
sabio. El fuego que me arrebataba la vida, era el que se produjo por el
desprecio del hombre por el hombre. Mi cuerpo en llamas no fue −como muchos
dicen− una manifestación contra las políticas de ese momento. Más bien fue un
mensaje, uno de una naturaleza bellísima. Mi intención era hacerles saber que
la libertad no podía quitárnosla nadie, ni yo mismo. El fuego en mi cuerpo era
para hacerles entender, que si en verdad querían quitarnos la vida nosotros
mismo lo podíamos hacer, pero de nada serviría. Yo pretendía hacerles entender
que la intolerancia ocasiona un fuego que acaba por carcomer a la humanidad. Mi
muerte fue un mensaje de vida, de cambio y de transformación. Mi muerte tenía
como propósito decirle a la humanidad que uno debe dejar a un lado el odio a su
hermano. Al mundo en general.
Esta
es mi historia. Este soy yo. Thich Quang Duc, el sabio que decidió enfrentarse
al odio del hombre, él que decidió morir para demostrar que la libertad no es posesión
de ninguna persona, él que les dijo que el hombre debe amar al hombre, pues uno
es reflejo del otro y todos somos el reflejo del mundo. Soy un hombre en llamas
que arderá durante la eternidad, pues sólo el hombre es quien va a decidir
cuando el fuego debe cesar para que la vida vuelva a florecer.
Caminante
Toda
mi vida me ha gustado caminar, ¿Por qué?, no lo sé con exactitud, pero sé que
me causa un gran placer. Hay personas que nunca se atreven a caminar y eso
tampoco lo entiendo muy bien. A mí en verdad me causa un gran placer salir a
las calles, ponerme mis auriculares y caminar sin rumbo o con rumbo, qué más
da, el propósito es caminar.
Cuando
mis amigos me preguntan: ¿Por qué caminas tanto?, nunca encuentro las palabras
con que contestar esa pregunta tan absurda. Es como preguntarles a las aves
porque vuelan, yo camino porque debo caminar. Creo que la pregunta correcta no
es ¿Por qué? Si no ¿Para qué?, esa pregunta si que puedo contestarla.
Uno
camina para avanzar o camina cuando quiere retroceder. Se camina para buscar,
para encontrar y a veces para perderse. Uno camina si quiere estar saludable. También
caminamos para alejarnos o acercarnos, según sea el caso. Caminamos para conocer, para recordar y para olvidar.
Uno camina para acercarse o peor aún, para alejarse. Uno camina para ir a
comer, para ir a una fiesta, para ir a un funeral o a un bautizo. Uno camina y
camina. Se camina para encontrarse con alguien o para alejarse de ese alguien.
Uno camina y camina. Pero también se camina para pensar, para crear, para ser
libre. Uno camina lento o rápido, pero lo cierto es que uno camina y camina. Se
puede caminar recto, o en curvas o dando un paso adelante y uno atrás, pero
nuevamente, uno camina y camina. Se camina para reír, para llorar, para gritar
y para hablar. Uno camina para echar a volar la imaginación, para conocer o
desconocer. Uno camina para preguntarse y para responderse. Se camina para huir
de la muerte o para ir a su muerte, lo cierto es que uno camina y camina.
Para
caminar no hace falta tener unas piernas fuertes o físicas. Uno camina con la
mente o con las manos. Se puede caminar con los ojos, la boca o con la nariz.
Debo decirles que uno puede caminar con el corazón también, el chiste es que
uno camine y camine. Para rezar y para maldecir. Uno tiene que caminar para lo
que sea, con lo que sea. El hombre tiene que caminar tanto para que deje de ser
hombre y se convierta en un caminante. Los caminantes siempre llegan y siempre
se van. Los caminantes se encuentran y se pierden, recuerdan y olvidan. Hacen
de todo, pero ¿qué pasa si uno se detiene?
Bueno,
eso no es tan malo como suponen, pues uno se detiene para no caminar. Para…bueno,
uno sólo se detiene para no caminar. Qué curioso, creo que ya sé porque me
gusta caminar, me gusta caminar porque parado uno no puede hacer nada, uno no
llega lejos, uno no recuerda y no olvida, uno no conoce y no se pierde. ¿Qué sentido
tiene la vida cuando uno se detiene? Ninguno creo yo, es por eso que me
esfuerzo por no dejar de caminar, porque parado, uno se olvida completamente de
caminar, y sin caminar ¿Qué se puede hacer?, no lo sé, será mejor que camine
para recordar porque no debo dejar de caminar.
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