sábado, 14 de septiembre de 2013

La vida no es color de rosa

"No puede ser que estemos aquí para no poder ser"
-Julio Cortázar.

Ahí está otra vez, sentada sobre el húmedo pasto de esta mañana tan fría. En sus labios lleva mi muerte, en sus ojos mi resurrección, en sus manos la creación. Ayer pude abrazarla, sentir sus huesos entre mis brazos, sentir como su aroma penetraba por cada poro de mi cuerpo para robarme la virginidad, sentir el roce de su piel con la mía. Ayer la tuve unos momentos y curiosamente su presencia se eternizo en mis manos, ahora cada vez que me froto los ojos es como si ella lo hiciera, es raro el amor ¿Cómo una persona puede vivir en la otra? Ayer la tuve, y al acercarse a mi oído pude escuchar un breve y conciso Adiós. Ahora la veo besando a ese tipo de lentes que no me parece nada agraciado, veo como le entrega una rosa muy roja. Yo solamente podía ofrecerle el último cigarrillo de mi cajetilla, tal vez por eso me abandono su cuerpo y su recuerdo aun me fastidia a ratos. La veo besándolo, sonriéndole, que puta es la vida.

Enciendo mi último cigarrillo, me la fumo a la distancia, la miro sin mirarla, la amo sin tenerla, ironías de la vida ¿no? Con mi mano en el aire trato de peinar el fleco de su cabello corto, pues el viento la despeino. Pero es él quien se lo acomoda, la verdad no me gusta como lo hizo, le quedo muy inclinado, a ella no le gusta así. No sé porque de niños nos hacen pensar que la vida es color de rosa cuando eso no es verdad. Los placeres causan tanto daño, como por ejemplo: el cigarro causa cáncer, el alcohol causa cirrosis, el sexo sida, los libros depresión, el sol cáncer de piel, la luna hombres lobo. Nada es color de rosa, y esto lo supe cuando tomé su mano por primera vez, recuerdo que llevaba la uñas pintadas de gris como la vida misma que nos hizo olvidarnos, como su mismo recuerdo que hace olvidarme, como el mismo tiempo que poco a poco me va borrando la sonrisa del rosto mientras mi último cigarrillo se consume junto a mi mirada que la mira sonrojarse ante la presencia de ese sujeto con lentes nada agraciado. La vida no es color de rosa, la vida es gris, como las uñas de su mano cuando la tomé por primera vez. La vida es corta como su cabello con fleco. La vida es hermosa como su linda presencia. La vida es pasajera como su vago recuerdo. De hecho su nombre rima con vida (Nidia). Creo que por eso me gusta tanto, por ser como la vida; gris e inalcanzable. 

Apagó mi cigarro, me paró de mi asiento y me propongo a ir a donde esta ella, quiero invitarla a salir otra vez. Con cada paso que doy la idea de invitarla a salir no me parece tan buena. Me detengo unos pasos delante de ella, pienso por unos momentos, regresó a mi asiento. Una mujer se me acerca y me ofrece el último cigarrillo de su cajetilla, lo acepto y se sienta junto a mí. No hay palabras entre nosotros, solo un gran silencio que nos une mediante el humo de nuestros cigarrillos, y de pronto nos volteamos a ver, nuestras miradas se juntan en medio del olor a tabaco quemado. Si la vida no es color de rosa no importa mucho, lo que importante es saber que somos el último cigarrillo de alguien más. Que solo tal vez, también somos su vida, gris e inalcanzable.

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