I
Los
papeles borroneados eran una especie de carta. Y
esto debe ser cierto, y lo será porque no me queda nada sobre ti, me queda una
carta que no entiendo, una pestaña en el pulgar, me quedan cosas tan banales e
insignificantes: un encendedor, una pipa y un poco de tabaco. Me queda este ojo
y el otro, y unos cuantos recuerdos rotos y este pajarito que recogimos un día
en el parque a medio día. A veces canta por las mañanas, mueve las alas pero no
vuela, no quiere volar. Yo escribí un poema sobre la jaula del pájaro, y fumé
un cigarrillo y tome el té con Doña Lupita. Me leyó las cartas, me hablo de
fortuna, un accidente, un muerto. También hablo del té, de los cubos de azúcar,
del humo del tabaco. De Nietzsche y de ti.
II
El otro día encontré al pájaro en el suelo, con el
ala derecha rota, estaba acurrucado en una esquina del piso, entre las paredes
del cuarto que compartimos, estaba como atrapado entre el color rojo. Me senté
en el piso, lo mire y el me miraba con miedo. Los dos, sin saberlo a ciencia
cierta –porque él es un animal y yo…- estábamos heridos del ala o la costilla
izquierda. Pobrecito que ya no canta, ya no come, ya no mueve las alas. Escribí
un poema sobre el hambre. Pensé en ti.
III
Ayer enterré al pajarito en una maceta con un
cactus; cubrí sus alas rojas con un poco de tierra, no aguante las nauseas y
tire un gran vomito por el balcón. A las dos semanas el cactus tenía dos
grandes flores violetas, y con una tijeras se las corte, te hice un collar. A veces
duermo y sueño que el pajarito se levanta de su tumba bien improvisada y se
pone a volar. Escribí sobre los sueños, y sobre los pájaros. Sabías que existe
un ave llamada Yal austral que habita los cielos de Chile. Supongo que sí,
supongo que sabes de pájaros y de tristezas, de cosas así; que van y vienen.
VI
La casa está sola, la
jaula está sola, las calles están solas. ¿Los árboles se sentirán tristes
cuando pierden sus hojas? Perdí la cuenta de los días que llevo solo. Todos los
días sueño con el pajarito muerto, con el Yal austral. Y entonces me imagino
que todas esas aves son como una especie de recordatorio. Como las armas, los
libros y la música. Tú me decías que el pajarito no tenía oportunidad, que se
iba a morir de todas formas. Lo recogiéramos o no tú ya le habías quitado la
esperanza. En cierto modo, la muerte del ave, la jaula vacía, el ala rota, la
tumba improvisada, las flores violetas, el collar, el té, el mate y el cigarrillo,
en cierto modo son pequeñas formas abstractas que se diluyen en un vaso de
aguamiel. Son precisamente eso que viene después del suicidio. Todo lo
relacionado contigo, es, ciertamente, una muerte lentísima, con un desfile de
pajaritos rojos y flores violetas. Y amores y tumbas improvisadas.V
Tal vez, yo me pondre a cantar: You so beautiful but you gotta die some day. El pájaro y tú. La jaula y tus manos, el sexo y el tabaco. La noche... You so beautiful but you gotta die some day.
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