I
¿Encontraría a la Maga? La encontraría en sus zapatos rojos o en su blusón blanco.
La encontraría aquí, allá, en los capítulos imprescindibles. La encontraría en
la libreta que le regale. En verdad encontraría a la Maga en los abrigos, en los
libros, en los puentes. Encontraría a la Maga dentro o fuera, o jugando al no
ser, o en una caja de cerillos; en una cajetilla vacía. En un plato vacío. El
vació. Encontraría a la Maga en la iglesia, pidiendo por Rocamadur o tal vez
por nosotros. Paradójicamente la Maga sos vos, porque tenes el mismo cabello
(quiero imaginar), porque tenes la misma delicadeza (quiero imaginar), porque
sos cielo (quiero imaginar), porque tenes esa sonrisa, porque te vas y no
vuelves. Tendrías que ser la Maga, aquella del paraguas, del infinito deseo por
la literatura. Y vos tenes que ser una mujer completísima, porque a vos no le
falta nada, tenes a Rocamadur, me tenes a mí, tenes unos zapatos rotos, una
sonrisita. Tenes una pieza donde vivir, tenes mi amor que a vos le debe de
bastar. Y tenes un beso atorado entre los labios. Encontraría a la Maga si bajo
por el arco de que da al Quai de Conti. Sí la busco en las siluetas del
alumbrado público. Encontraría a la Maga verdaderamente encontraría a la Maga
si cierro los ojos, si te digo vaca. Vos te aparecerías si de pronto, no sé. Yo
cruzo la calle, subo las escaleras del puente, doy vuelta en la esquina. ¿Encontraría a la Maga?
II
Esa luz es tan usted, algo que viene y que va, que se
mueve todo el tiempo. Como un átomo
así pequeñísimo, vibrante. Y tenes que ser la Maga, porque a vos voy a odiarla
tanto (Y esto no lo voy a imaginar); tenes que ser la Maga…tenes que morir también.
Tenes que desaparecer en las últimas páginas de un libro. ¿Encontraría a la Maga?
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