La gente miente cuando dicen que las cosas no son
para siempre. Nada tiende a desaparecer, El
movimiento continuo de la cosas; círculos. Nada nos pertenece, ni el
hermoso aroma de aquella mujer, ni las lilas, ni los arroyos, ni el cielo, ni
la materia. Somos pequeños puntos, en un sistema que invariablemente se repite,
y se repite y se repite… y la verdadera paradoja es que entre tanta repetición
uno invariablemente se vuelve un agente finito.
Todo se mueve constantemente, todo cambia de forma
constantemente, todo se dilata constantemente, todo se muere constantemente.
Como una rueda de la fortuna que gira constantemente y que solo se detiene para
seguir adelante, así sería la forma en la que trabaja el Universo, así pasa: la
luz, el calor, la fuerza… Y lo poético, que nos demuestra que la poesía no es una cosa que anda por las calles, sino
que anda por el cuerpo y baja por la frente y se acomoda en un rinconcito de la
nariz, para luego escurrirse por el cuello, bajar por el brazo, llega la pluma
como agente intermediario y entonces la poesía baja y se escribe, y es un papel
y es nada, así es la poesía, y lo poético sería saber que nada acaba, que todo
es para siempre y que el amor se va, y se guarda en un rinconcito del Universo
y después escurre, por eso de las casualidades, para llegar a un parque, a un
viaje, a una calle, a un Río en Costa Rica, a dos manos, a dos labios, a un
beso. Eso es, digamos que lo poético del Universo es que vendría siendo un
poema, enormísimo, de mil versos, de mil estrofas. Un poema que invariablemente
se repite constantemente.
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