Hay un hombre, esto debe quedar claro, solo es un
hombre en toda la faz de la tierra el que extrañamente puede desempeñar este
oficio tan difícil. Es algo hermoso, lo digo porque yo lo veo todas las mañanas
cuando camino por el parque y veo las calles moradas. Entonces me siento en una
pequeña banca, porque hay que sentarse para ver a este hombre trabajar. De
pronto este sujeto aparece con una escoba verde, se pone a barrer las flores
de las Jacarandas que caen al piso. Uno puede contemplar como el hombre se
llena de dicha, de perfume violeta, durante una hora completa este sujeto barre
las calles del parque, después de esto junta una enorme montaña de flores, las
mete todas en unas bolsas negras, se marcha. Yo siempre me quedo hasta el final,
disfrutando los últimos momentos de esta hazaña matutina. Veo como el hombre se
aleja entre la luz del sol, dejando todo el lugar devastado, veo cómo se va con
la escoba y las bolsas llenas de flores. Ya lo que haga con las flores no es
asunto mío, pero yo imagino que un profesional de su talla llega a su casa,
deja la escoba a un lado de la puerta. Abre la bolsa y deja caer todas las
flores sobre una mesa larguísima. Se pondría a escoger las flores más bonitas,
las de más olor, las más violetas, las menos parque, las más vida, y toda esta
selección natural sería con el fin de hacerle un bonito collar a su mujer o unos
pendientes o unas lindas cortinas. Y cuando el collar se empieza ha entristecer, y se empieza a
morir poco a poco, ella sonríe y se pone muy feliz; la esposa más feliz mundo, porque sabe que
mañana tendrá otro collar o quien sabe, si tiene suerte, le regalarán un autorretrato
violeta; un espejo floreado.
domingo, 20 de abril de 2014
La creación y destrucción por agentes finitos es imposible
La gente miente cuando dicen que las cosas no son
para siempre. Nada tiende a desaparecer, El
movimiento continuo de la cosas; círculos. Nada nos pertenece, ni el
hermoso aroma de aquella mujer, ni las lilas, ni los arroyos, ni el cielo, ni
la materia. Somos pequeños puntos, en un sistema que invariablemente se repite,
y se repite y se repite… y la verdadera paradoja es que entre tanta repetición
uno invariablemente se vuelve un agente finito.
Todo se mueve constantemente, todo cambia de forma
constantemente, todo se dilata constantemente, todo se muere constantemente.
Como una rueda de la fortuna que gira constantemente y que solo se detiene para
seguir adelante, así sería la forma en la que trabaja el Universo, así pasa: la
luz, el calor, la fuerza… Y lo poético, que nos demuestra que la poesía no es una cosa que anda por las calles, sino
que anda por el cuerpo y baja por la frente y se acomoda en un rinconcito de la
nariz, para luego escurrirse por el cuello, bajar por el brazo, llega la pluma
como agente intermediario y entonces la poesía baja y se escribe, y es un papel
y es nada, así es la poesía, y lo poético sería saber que nada acaba, que todo
es para siempre y que el amor se va, y se guarda en un rinconcito del Universo
y después escurre, por eso de las casualidades, para llegar a un parque, a un
viaje, a una calle, a un Río en Costa Rica, a dos manos, a dos labios, a un
beso. Eso es, digamos que lo poético del Universo es que vendría siendo un
poema, enormísimo, de mil versos, de mil estrofas. Un poema que invariablemente
se repite constantemente.
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