Texto visión
Dedicatoria: A Nidia R.
Habíamos terminado de hacer el
amor como cualquier otro día, e inmediatamente sus labios se llenarón de ese
sentimiento de locura y honestidad. Todo conspiraba para desembocar en una plática
sinsentido... desinteresada... sin ningun propósito más que el de confirmar el porque estaba enamorado de ella. Lo que viene después del sexo: "La plática". La destrucción del ser ante su semejante. Una plática puede convertirse en un espejo. Las palabras reflejan el alma, sirven de redención... y confesión… Ella estaba ahí, recostada sobre las sábanas mojadas,
desvanecida como el pétalo de flor que cae al piso sin hacer el más mínimo
ruido. Silenciosa. YO era incapaz de disipar la nostalgia... la melancolía de verla deshecha, cansada, sudada... destruida. Menciono la "destrucción" porque para mí estas pláticas no llevaban a ningun lugar, siempre, por más que uno trate, estas largas conversaciones post sexo solo pueden terminar en la desilusión... Usualmente, esta desesperaza encuentra su origen en las largas e inesperadas expectativas del uno sobre otro: Uno siempre quiere más. El asunto es siempre la cantidad, de
historias o de ilusiones, al final, inevitablemente, alguno de los dos se rompe, porque el amor es así. Uno siempre espera más de lo que debería, y el otro siempre
da menos de lo que esperaba. Ella hablaba, Yo la escuchaba... o al menos trataba. Mi cabeza suele divagar. De
vez en cuando asiento con la cabeza, pongo cara de sorprendido, es absurdo, lo sé,
pero ella lo sabe, y le encanta que me haga el interesado. Ella estaba ahí, desnuda, con un cigarrillo entre sus
dedos; hablando y hablando sobre banalidades, estaba loca. Estaba tan loca que en vez de reírse se ponía a llorar, y en vez de
sorprenderse se entristecía. Cuando la veía bajar la mirada solo me daban ganar de tomar sus manos, pero sujetar sus manos siempre era un riesgo... era
como sujetar los conductos de electricidad
esperando, estúpidamente, no ser electrocutado…Pero ella lo era todo, para mi. Estaba claro. Ella estaba… ella estaba…
Ella estaba ahí. Inmóvil, casi
parecía un cuerpo sin vida. Mantenía su respiración al mínimo... tal vez un día se le olvidaría respirar... Ella siempre decía que no había que
respirar mucho, solamente lo necesario, porque si no, nos llenamos de tanta vida que
nos era imposible vivirla, y esto, según ella, es lo que entristece a los hombres... Ella estaba ahí, recordando el pasado, el santo pasado, decía...
− Un día tuve una bolsa
llena de cartas de amor, y las queme. Aún sabiendo esto ¿me sigues queriendo? ¿Me seguirías queriendo sabiendo
que algún día me vuelvo loca y te quemo, en un intento por empezar de nuevo?,
dijo sin dejar de mirar el techo.
−
Quemar las naves… susurre.
−
Sí, lo has dicho bien… quemar las naves… salvarse de lo insalvable… vencer lo
invencible… olvidar lo inolvidable… ¿ tú crees en eso? ¿Es posible olvidarlo todo y empezar de cero?
− Supongo
que sí, de cierto modo; todos hemos quemado las naves alguna vez en nuestras vidas. Olvidar el nombre de una persona, olvidar sonreír, vomitar de borracho, llorar hasta quedarse dormido, escribir un poema sin
métrica o llamar Verónica a Berenice en la primera cita, supongo que son formas de "quemar las naves"...
Don´t Care
Ella estaba ahí. Seguía ahí,
mirando el techo, pensando en un sinfín de problemas sin solución. Ella estaba
obsesionada con el asunto de las energías renovables, comentaba cosas sobre las
presas. Sobre las plantas eólicas, solares y de biomasa. Hablaba sobre los
desperdicios radiactivos, sobre la importancia de evitar comer animales. Hablaba de las grandes empresas de alimentos y en como
contaminaban nuestros cuerpos con productos tóxicos. Hablaba sobre la
industria de la moda, la belleza y sobre sus crueles experimentos, y era irónico,
porque ella estaba fumando… Hablaba del derretimiento de los polos, el calentamiento global y
la gran estafa que supone el capitalismo. Hablaba de que alguna vez perteneció
a Green Peace, al movimiento feminista Femmen. Hablaba de la lucha social, dijo: “Cada quien elige porque luchar,
porque al final, se da cuenta que luchar supone morir, y uno no puede morir en
vano”. Hablaba del hambre en África y de la violación de los derechos humanos
en Medio Oriente, de los niños muertos en los conflictos árabes. Hablaba de la vez que regalo abrazos, de la vez que le
falto uno y se puso a llorar sin parar en la oscuridad de su habitación, pero ella sabía que mi hombro siempre estaba abierto, como un
bar, y en el, al igual que en su habitación estaba oscuro y se valía llorar. Hablaba de su mejor
amiga. Hablaba de la escasez del agua, lo repetía constantemente, con una preocupación
que hacía temblar sus labios. Retomo la cuestión de las energías renovables, recalcaba la importancia
de encontrar vías alternas a los combustibles fósiles. Mencionaba que algún día el agua
se terminaría, que algún día los bosques se terminarían y junto a los mares. Decía que algún día se terminarían las reservas de sangre
en los hospitales, que algún día el mundo se acabaría y con el todo lo
que pudiera existir... Y yo estba tumbado en la cama, a un costado suyo. Escuchando
todo lo que decía, viéndola terminar su cigarrillo... esperando que ella nunca
se terminara.